Parte Única

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—¡Aquí, aquí! ¡Louis, lánzala aquí!.

Louis sonrió cuando su hermano pequeño, Ernest, pidió el balón con todo el entusiasmo del mundo, dando algunos saltos para tratar de atraer su atención, por lo cual el ojiazul dio una patada en su dirección al balón que habían estado pateando entre los seis integrantes de la familia Tomlinson.

Había sido un día soleado ideal para salir a jugar al campo, llevaban canastas para un picnic, un clásico mantel de cuadros blancos y rojos, además de la pelota que Ernest había recibido en la navidad pasada.

El Equipo Valiente a como había llamado Louis, conformado por el ojiazul, Ernest y Doris, estaban protegiendo la portería de la derecha, estaban cerca del espacio donde habían colocado las cosas, así que Louis además de preocuparse por proteger la portería, debía cuidar que ningún pelotazo cayera sobre las canastas con comida.

Lottie, Phoebe y Daisy en el Equipo Rosa gracias al color que todas portaban, solo se encargaban de proteger su portería a la izquierda, quejándose cada vez que Louis lograba meter un gol y festejarlo con sus dos hermanos menores.

Todos miraron atentamente como Ernest se paseó entre Lottie y Daisy, cuando la última patada llegó cerca de la portería, sonidos de asombro salieron de los labios de todos.

Ernest no había metido un gol, pero había mandado la pelota tan lejos que creyeron que un pequeño destello saldría en el cielo como en las caricaturas, una risa salió por parte del equipo rosa, un tanto aliviadas de que otro gol no hubiera caído en su portería.

—Louis, lo siento.

La suave voz de su hermano menor llegó a los oídos de Louis, quién de inmediato negó divertido abrazándolo para poder calmar su semblante triste, temiendo de haber decepcionado a su hermano mayor.

—Está bien, está bien, no fue tan lejos—. Talló la pequeña espalda con suavidad viendo que no había cambio en su semblante.—Ve preparando ese pie, iré por el balón, ¿bien? Cuando regrese vamos a patear sus traseros rosas y tú serás el encargado de meter el primer gol de muchos.

Las mejillas de su hermano se alzaron en una animada sonrisa y el grito afirmativo de Ernest fue suficiente para Louis, sabiendo que lo había hecho bien y su hermano estaba lejos de estar triste.

—Lottie—. Llamó mientras se acercaba estirando su espalda haciendo tronar alguno de sus huesos.—Si quieres comiencen a desayunar, iré a buscar el balón.

La mirada de Louis cayó en el espeso bosque detrás de la portería de sus hermanas, aquella que habían inventado con un par de rocas, era relativamente temprano, ocho de la mañana gracias a que Louis fue quien manejó un par de horas hasta aquel bosque desolado y pacífico con aquella magnífica vista, a veces las familias llegaban a pasar las vacaciones allí. Louis había ido más joven con su madre y sus tíos, quería darle a sus hermanos la misma experiencia.

—No te tardes... Ernest es capaz de no comer hasta que te vea de regreso.

Asintió a su hermana antes de comenzar a bajar una pequeña colina que daba hacia el interior del bosque, tratando de recordar visualmente en qué lugar había caído el balón, los pinos y árboles comenzaban a hacer presencia a medida que se adentraba, jamás había entrado pero trataba de mantenerse tranquilo, no podía perderse si sólo debía ir en línea recta, regresaría de inmediato si no encontraba el balón.

El aroma a humedad y madera le entretuvo, sus ojos se paseaban por cada árbol más alto que el anterior, sonriendo por el frío que comenzaba a sentir puesto que había dejado su suéter sobre la canasta al haber entrado en calor con los juegos con sus hermanos.

A Good SoldierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora