Séptima Parte: Intentando

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No más cortejo y sólo encontrarse cerca del río.

Esas eran las dos condiciones que había impuesto WooYoung, junto a "ningún acto que signifique sus cuerpos juntos"-alias, no sexo-. Desde la perspectiva de San, era razonable para conocerse. Por lo demás, le daba la impresión que WooYoung confiaba en él más de lo que admitía. De otra forma no le habría pedido reunirse en un lugar apartado de la manada, lejos de sus miradas curiosas y también de su protección inmediata.

Por supuesto, San quería corresponder esa confianza. No quería cometer un paso en falso que llevara al omega a repentirse y tener que eliminar definitivamente su marca. Después de todo, la marca entre compañeros es algo importante, deshacerla...sin ser sencillo, por decir algo.

Haciendo una mueca con solo imaginar tal escenario, San negó y volvió a lo suyo, que era básicamente bañarse en el río. Quería estar presentable para el omega, aun cuando estaban a vísperas del invierno y el agua era un puto hielo, San se metía estoicamente. No tenía otra opción. La casa de sus padres estaba a varios días de camino, así que solo le quedaba acampar en los terrenos de la manada de WooYoung con su peludo lomo y las pocas cosas que trajo consigo. Quiso viajar ligero, así que solo trajo ropa e instrumentos esenciales de higiene en su bolso.

Tomando una inhalación profunda - y ya un poco acostumbrado a la tortura mañanera-, San sumergió su lobo en la gélida agua. Dio un par de brincos para entrar en calor, su pelaje grueso ayudándolo a tolerar el frío. Ni loco se iba a meter en su forma humana a esa agua, que seguro le congelaba el alma y más.

En eso un pececito cruzó su rango de visión. Una lobuna sonrisa surcó su rostro y el apetito se abrió en su estómago.

Era hora de desayunar.



Dividido.

Así se sentía WooYoung. No tenía idea porqué le había dado una oportunidad a San. Supuestamente, su plan original era rechazarlo y mandarlo a volar, y eso había hecho, pero su lobo – sí, su lobo - entró en depresión y lo dejó hecho un esperpento patético que apenas podía salir de su cama y solo reaccionó con la llegada del alfa.

Patético, pensó con resentimiento hacia su lobo que movía muy feliz su cola en su interior, porque irían a ver a San.

¡Ugh! De nuevo, ¿por qué había aceptado?

Por culpa de su omega. ¡Ah! Y por distraerse con el cuerpo de San.

Pero, ¿cómo no se iba a distraer con los pectorales de San a solo centímetros de distancia? ¡No era su culpa que el muy mierda estuviera más caliente que sol de verano!

WooYoung suspiró, especialmente porque su lobo se agitó extasiado ante el recuerdo.

Lobo calentón y traidor, le recriminó, pero su omega siguió contento, guiándolo en dirección a San.

Porque, aunque WooYoung no quisiera, el aroma de San destacaba entremedio de todos los aromas de bosque, tierra húmeda y hojas quebradizas. Era seductor y delicioso, igual que un hilo que lo tironea sin ninguna duda hacia su jodido compañero temporal. Si, temporal. Ya vería la forma de deshacerse de esa conexión que tenían, sin terminar hecho un mar de lágrimas. Por ahora, lo mejor que podía hacer era ir a su encuentro porque negarse sería batallar con el obstinado de su lobo, y siendo sincero, ya no tenía ánimo para esa mierda.

Estaba agotado, drenado, irritado y sobre todo, molesto por el hecho que su madre casi brinca esa mañana, cuando salió de su habitación y comió. Más de una vez la escuchó suspirar y tararear, y WooYoung estuvo seguro que ella se contuvo de restregarle en la cara que San lo había sacado de su agujero.

Beyond Our Bond [WooSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora