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GODS AND MONSTERS — ❝ todos lo mismo ❞
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ES MIÉRCOLES, MI MADRE Y YO salimos a comprar por la tarde. Por la mañana mamá me había recogido del colegio porque mis profesores habían avisado de que no tenía buena cara.
Llegué a casa y me senté en el sofá. Yo me encontraba bien. Mi madre llegó con un vaso de algo y me lo dio. Tenía una cuchara dentro, así que probablemente había echado un medicamento en polvo.
— ¿Katniss? — mamá me toco la cabeza preocupada y yo la mire.
— ¿Sí?
— Tómate esto. — agarré el vaso y lo miré. Lo olfateo por puro instinto.
Asentí y me lo bebí. Estaba asqueroso. — Gracias, mamá.
Me quedé dormida en el sofá y me desperté dos horas después. No estaba en casa. No había estado en el sitio en el que me encontraba nunca.
— ¿Mamá? — me incorporé, pero rápidamente tuve que volver a tumbarme.
— Está despierta. — oí una voz joven pero no alcance a ver quién era.
Mi cabeza empezó a moverse mas rápido y sin quererlo mis ojos se cerraron de nuevo.
— ¿Ya saben quién es?
— Ni idea. Y si lo saben, no nos lo han dicho.
Las voces se aclararon hasta que pide distinguirlas. — ¿Quiénes sois?
Me sobresalté y me senté en la cama. Los demás niños dieron un paso atrás, menos uno, que tendió una mano y me miró con firmeza.
Nadie respondió y empecé a alterarme. — ¿Dónde estoy? ¿Quién eres?
— Tranquila.
— No me digas que me tranquilice. — me levanté se la cama. — Dime quienes sois y que hago aquí.
— Somos hijos de Hermes. Estás en el campamento mestizo, hogar de los semidioses.
— ¿Hermes el dios griego?
— No, Hermes el panadero. — dijo uno de los que se habían echado atrás y fruncí el ceño.
— Esto es una broma. — pase una mano por mi pelo.
— No lo es.
— ¿No lo es?
— No. — el chico moreno dio un paso hacia mi.
— Me llamo Luke. ¿Cómo te llamas?
Dudé. — Katniss.
— Boni...
— Necesito salir. — Me dirijo a lo que parecía la puerta y la abrí.
Me paré justo a la entrada. Había niños, muchos niños. Todos con la misma camiseta naranja.
— Quédate conmigo y estarás bien.
— No estaré bien y mucho menos me quedaré contigo. — intenté bajar un escalón pero me detuvo. — Suéltame, ahora mismo.
— Lo siento. — Metió su mano en el bolsillo del pantalón y saco un papelito. — Te dejaron en la entrada con esto entre las manos.
— ¿Me dejaron? — cogí el papel. — ¿Como un bebé en una cesta?
— Exactamente. — lo abrí.
Es una carta escrita a mano. De mi madre.
❝ Hola, Katniss. Se que ahora mismo solo quieres gritarme y tirarme algo a la cabeza. Pero quiero que sepas que nada de lo que he hecho, lo he hecho sin pensar ni en ti y ni en tu bienestar.
Cariño, se que hace pocos días fue tu cumpleaños, pero no podía dejar que más tiempo pasara. Estás donde estas porque es tu sitio. No te he abandonado, he sacrificado una buena relación con mi hija por su seguridad. Confía en ellos. Ellos sabrán que hacer, van a cuidarte.
Te quiere muchísimo, mamá.❞
Ese es el final. Según había entendido tenía que saber quién es ni padre para que me asignaran una cabaña, pero no lo sabía. Así que me quedé en la cabaña de Hermes.
Así transcurrieron dos largos y pesados meses. Donde hice amigos, enemigos y dormí muy, muy, muy mal.
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