Jungkook lo había logrado. Por fin había encontrado agua y un lugar tranquilo donde podía descansar. Soltó las riendas y casi cayó al suelo. Un pequeño lago en lo más profundo del bosque. Estaba rodeado de campanillas y helechos cubiertos de rocío, rayos de sol dispersos que albergaban libélulas solitarias y abejorros en busca de alimento. De fondo cantaban voces; música compuesta por reyezuelos y grajillas parlanchinas.
Casi logró quitarse los guanteletes y el casco cuando escuchó un escurrimiento, girando su cabeza mareada hacia el ruido. Se escuchó un crujido intencionado de hojas y luego observó cómo unos dedos largos y delicados se envolvían uno a uno alrededor del tronco de un árbol. Captó un atisbo de sonrisa antes de que la cosa con alas desapareciera.
¿Qué carajos?
Maniobró constantemente hasta donde acababa de estar el ser místico usando cada gramo de fuerza que tenía. Ya no existía. Definitivamente el largo viaje lo había enloquecido. A punto de volverse hacia su caballo, una fuerza repentina inmovilizó su espalda contra el árbol y una mano fría presionó su cuello. Aunque el agarre era fuerte, para alguien con los músculos y la fuerza de Jungkook sería fácil soltarse.
Pero Jungkook no se movió.
-Normalmente, los humanos empiezan a tener dificultades a estas alturas, incluso cuando están débiles, pero tú no. ¿No quieres huir? ¿O no puedes? Qué extraño eres.-el depredador de la emboscada examinó el rostro de Jungkook con facilidad intelectual, un ceño fruncido invadiendo sus suaves rasgos.
Aunque hablaba en otra lengua, era comprensible, así eran las costumbres de la gente que habitaba en el bosque. Desde entonces los rayos del sol habían cesado, en cambio el cielo se cubrió con oscuras nubes de lluvia. Si también hacía frío, Jungkook no se había dado cuenta. El hada no pasó por alto la forma en que este humano de metal, se agarraba a su propio brazo, intentando lentamente con manos temblorosas desabrochar las hebillas de cuero de la armadura. Una expresión en blanco apareció en su rostro. La mano desnuda alrededor de su garganta se apretó con más fuerza.
-No me harás daño.-apesar de sus temblores, Jungkook respiró tranquilo, dejando caer el metal de su brazo izquierdo que resonó en el suelo del bosque.
Estudió a la encantadora criatura; pálida como la luna y con ojos tan oscuros como las nubes de arriba. Su cabello rubio no parecía salvaje como sus ojos negros, sino que era tan suave, brillante y dorado como los rayos del sol habían sido hace poco. Las alas que parecían vidrio sobresalían de su espalda como un insecto, revoloteando con el viento.
Todo en él parecía delicado y frágil, que era la antítesis de sus ojos acerados e invasivos.
El hada adoptó una postura imponente e intimidante, pero sus dedos que rodeaban el cuello del caballero se aflojaron ligeramente.
-Ustedes los humanos no saben nada.-empezó la criatura con rabia-Durante tantos años como tu mente ignorante de humano puede comprender, he protegido este bosque contra personas como los de tu especie.-una mano débil se extendió detrás de la espalda del hada, tocando la base de sus alas donde se fusionaron con la piel. La criatura rubia narciso gateó hacia atrás sin gracia y se rió con animosidad-¿De verdad crees que no puedo matarte?
A pesar de su monólogo y su actitud arrogante, el corazón del hada latía como el de una liebre. Luego notó cómo el humano se aferraba a su brazo desarmado y se desplomaba sobre el suelo de musgo, con el rostro pálido y la respiración débil. El hada se quedó quieto en su lugar y el agua se onduló en la superficie del lago.
-Me alegro de haber encontrado este lugar.-sonrió el humano, a pesar de todo, mirando fijamente a la criatura, se retorció y siseó de dolor -La gente feérica suele atacar con prisa, o eso he leído.-el espíritu del bosque lo observó detenidamente, pero no sé atrevió a interrumpir-Si estuvieras planeando deshacerme de la vida, ya lo habrías hecho. El color, las marcas y la forma de tus alas me sugieren que eres una especie de espíritu del agua, probablemente me habrías ahogado en el lago o cambiado mi sangre por hielo. Pero, no te preocupes, por suerte para ti, ya me estoy muriendo.