i Wish i | Minsung

O2

Su corazón revoloteó cuando vió Minho sentarse a su lado. Se veía espectacular ese día, una sonrisa deslumbraba en su cara, y sus ojos brillaban.

La imagen de aquello fue tal para que Jisung se enamorara un poco más de Minho.

¿Pero quién no?

Sabía bailar, cantar, hace reír a cualquiera, es alto, su voz es hermosa, es guapo; por dios, quién no caería ante los encantos de Lee Minho.

—Estoy tan feliz, Sunggie— se recostó en su asiento, viendo hacia el techo.

—Puedo verlo tenía una pequeña idea de lo que sería, pero aún así preguntó—, ¿qué pasó?

—Ayer, dios, Jisung, fue la mejor tarde de toda mi vida— sus ojos cayeron en Jisung, quien al escuchar aquello, se confundió.

—... Ajá, pero, ¿qué pasó?

Minho lo miró mal— Tuve una cita con-

Jisung lo calló, antes de que pronunciara aquel nombre —. Sí, sí, ya recordé.

Su vista pasó de Minho a su cuaderno, tratando de apartar su vista y que Minho no notara su tristeza, y un poco de envidia.

Pero claramente el mayor no pasaría desapercibido, notó el bajón de su mejor amigo.

Aún así, no pudo decir mucho, pues su profesor había Ilegado.

...

—Si, te veo en casa. Adiós.

Jisung hablaba con su primo, diciéndole que llegaría tarde ya que Minho le había invitado a su casa a pasar la tarde.

Pero que no se preocupara, de todos modos llegaría a dormir, y no llegaría tarde.

Al mayor no le gustaba cuando el chico estaba fuera de su casa a la noche.

—¿Qué dijo?— preguntó comenzando a caminar a su casa.

—Que no me preocupara, que está bien— sonrió a lo último —¿Por qué es que voy para tu casa?

—Porque quiero pasar tiempo contigo.

De no haber sido porque sus pies estaban tocando el suelo, podría haber jurado sentirse flotar en las nubes.

Él y Minho pasaban juntos los siete días de la semana, básicamente, e ir a sus casas no era nada fuera de lo común.

Lo que lo hacía diferente, es que cuando iban a la casa de Jisung— que prácticamente era el punto de reunión—, siempre estaba su primo.

Pero en las pocas ocasiones que Jisung iba a la casa de Minho, quedaban solos.

Y al menor se le venían a la cabeza tantas cosas que no podía hacer, que incluso llegaba a sentirse culpable.

Aunque el concepto de Minho de "pasar tiempo contigo", era comer, jugar videojuegos y más que todo, hablar.

Sus zapatos quedaron en la entrada de su casa, y una de las gatitas de Minho llegó a recibirlos, ese animalito amaba a Jisung.

—¿Tienes hambre? preguntó el mayor cuando Jisung se tiró en el sillón.

—No— aunque.... Sabes, si tengo hambre, ¿pedimos de comer?

Subiendo las escaleras, Minho le respondió. El teléfono está en la cocina, pide lo que quieras.

Caminar hasta la cocina, ¿y si mejor esperaba que Minho bajara?

Por favor, su nivel de pereza no podía convencerlo cada que podía, entonces haragán se levantó hasta la cocina.

Vió los diferentes números de restaurantes en comida que había en la biblioteca telefónica del teléfono de su casa.

Y entonces el teléfono de Minho sonó, dejando ver un mensaje en su pantalla de bloqueo.

Minju♡:

"Minhonnie, olvidé devolverte tu suéter. Me la puedo dejar?"

Jisung rodó sus ojos y suspiró.

De pronto se le quitó el hambre.

De verdad no soportaba a esa chica, y no es porque fuera básica y posiblemente la futura novia de su mejor amigo. Bueno, un poco sí.

Pero principalmente era porque tenía un leve y mal presentimiento de la pelinegra, algo no le cuadraba de ella.

Se devolvió hasta la sala, caminando con el celular en su mano para querer desviar su atención, pero en el transcurso, las pisadas en la escalera lo hicieron voltear a Minho.

El mayor le extendió una de sus camisas a Jisung y el otro casi se va de espaldas.

—Toma, cámbiate ese aburrido uniforme.

Y ni siquiera pudo decir nada.

Minho colgó la camisa en su hombro y se dirigió a tomar su teléfono.

Jisung lo siguió con la mirada, viendo que cuando lo encendió, una sonrisa rápida apareció en los labios de Minho.

Había visto el mensaje de la chica.

Y fue ahí que despertó y caminó a cambiarse la parte de arriba de su uniforme.

La camisa de Minho se le veía tan bien, por obvias razones de altura, le quedaban una o dos tallas más grandes, y lo hacía sentir cómodo, y además, tenia el perfume de Minho.

Quizá se la llevaría puesta y le escribiría luego diciéndole "Hyung, me llevé tu camisa, ¿me la puedo dejar?", pero no, era ridículo.

Salió y vió a Minho aún en el teléfono, pero lo dejó cuando se dió cuenta de la presencia del menor.

—¿Pediste comida?— le preguntó dirigiéndose hasta él. El otro negó.

—Se me quitó el hambre.

Minho frunció su ceño, extrañado, pero igualmente él tampoco tenía tanta hambre.

—¿Control blanco o negro?— preguntó encendiendo la pantalla de la sala. —No, ni respondas, amas el blanco.

Jisung sonrió, su mejor amigo lo conocía tan bien.