Parte Única.

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El viento sopla furioso llevándose consigo restos de hojas quemadas. El silencio agrio choca en los oídos de los presentes que estan paralizados con la vista aún en el frente.

Nadie dice nada. La escena que acababa de ocurrir hace unos segundos había robado todas sus palabras. Helados, con la sangre a sus pies y sus ojos secos por no pestañear durante un largo rato.

Y todos coincidían que era más fuerte el retumbar del silencio que el de la propia explosión.

Las personas pueden ver todo, pero a la vez no pueden ver nada. No lo entienden, nadie puede.

Prestan atención al joven duque Alpheus que se encontraba de espaldas. Su cabello blanco desaliñado siendo mecido por el frío viento y sus ropas manchadas de sangre que no era suya.

Él sostenía sin moverse a quien fue alguna vez Jeanette Margarita, la joven que iba a ser exiliada de Obelia.

–Dios mío... Eso...

Ella yacía en sus brazos aparentemente m*erta.

Porque sinceramente, su apariencia hueca no daba más indicios.

A Ezequiel le llega el olor a quemado, junto a la sensación llena (al mismo tiempo que vacía) de algo recostado en sus brazos.

Su corazón solitario esta confuso buscando respuestas por lo que ha pasado.

El silencio esta lleno de peso, culpabilidad y reflexión.

Y fue suficiente como para que Ezequiel pueda recapacitar lentamente. De ese modo, poco a poco, se desmorona al mismo tiempo.

El aire seco se convierte en un viento helado que choca a sus espaldas y lo enfrían rápidamente. Ezequiel, con sus ojos desorbitados, observa a Jeanette en sus brazos. Estaba tan tranquila... Con sus largas pestañas acariciando sus mejillas pálidas como el puro blanco.

Te amo... Te amo mucho, Ezequiel. Por favor, no olvides eso nunca. ”

Esas fueron las últimas palabras de Jeanette antes de desaparecer en medio de una corriente de magia oscura que la rodeó al instante.

Palabras que lo perseguían con rapidez, junto a la imagen de su sonrisa rota que pudo distinguir bajo el velo negro que cubría parte de su rostro y fue dedicada a él como forma de despedida.

Una despedida que él no quiso aceptar y por eso se lanzó a rescatarla sin importar nada.

Pero no logró mucho, más que abrazarla e intentar sacarla de allí. Aún recuerda la se sensación fría del cuerpo de Jeanette cuando lo hizo. Ya estaba fría, casi como si hubiera pasado un largo tiempo cuando sólo fue una cuestión de segundos.

La magia negra arrebató su calor tan rápido como su vida.

–J... Jeanette... Oye... Jeanette...

Y Ezequiel no quería aceptar que esa pobre muchacha ya no tenía salvación alguna.

–¡Princesa!

El sonido de los cascos y armaduras de los caballeros se escuchan a lo lejos.

Athanasia recapacita, quitando su mirada de la escena horrible frente a ella. Aparta su mano de sus labios los cuales apretaba sin darse cuenta. Los relame sintiendo el sabor metálico en su paladar. Se había hecho s*ngre, pero no podía sentir dolor ni picor por ello.

Estaba verdaderamente conmocionada.

Los soldados la rodean y comienzan a preguntar muchas cosas sin descanso. La muchacha reencarnada quiere gritar con todas sus fuerzas que callaran de una vez sus voces ruidosas.

Me Arrepentí... De Un Deseo [Jeanette/Ezequiel] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora