Primera noche

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Soy Aurora y tengo diecisiete años. Tengo el pelo de color negro y largo hasta la mitad de la espalda, soy bajita, tengo pecas en la cara y sufro de heterocromía, es decir, tengo cada ojo de distinto color, tengo un verde y uno azul. Soy muy alegre, me gusta ayudar a los demás, me gustan muchísimo los animales en general y, en cuanto a estilo de ropa, me suelo vestir de negro.

Yo llevaba mi vida pacíficamente y sin ningún problema, pero a partir de una noche todo cambió.

Era una noche de verano, las estrellas brillaban y la luna  estaba escondida, estábamos Daniel y yo dando vueltas, como de costumbre, y nos sentamos en las escaleras de la entrada del templo - yo seguía sin saber porqué había un templo cerca del pueblo, pero era antiguo y realmente me gustaba la estética de la construcción en sí.

- Oye - dijo Daniel - mañana vendrá mi prima Sofía, ¿Podrías acompañarme a enseñarle el pueblo? Así de paso hace amigos.

- Claro, ¿Por qué no?

- Ah, eso si, es muy... ¿Cómo decirlo? - se quedó pensando - Que le gusta el mundo espiritual y esas cosas.

- ¿Y eso es malo? 

- No, pero... Sabes que yo soy creo en este tipo de cosas y... Me da cosa... - decía nervioso.

- No pasará nada, tranquilo - le dije poniendo mi mano sobre su espalda - sólo por curiosidad, ¿De qué tienes... Miedo?

- ¡No es miedo! - dijo sonrojándose - Es sólo que... Fíjate y piensa en ello, ¿Qué pasaría si una leyenda se cumpliera de verdad?

- ¿Estás hablando de la leyenda del templo? - dije intrigada.

- Si, Aurora, si - dijo temblando - es la historia que más miedo me produce.

- Pero... ¿Por qué? - dije riendo - Además, sabes que para que se "cumpliera" - hice burla - se tendría que completar un ritual, ¿Recuerdas?

- Si, pero... Créeme, ella es capaz de hacer lo que sea por conseguir el material, le chiflan estas cosas.

- No te preocupes, si quieres puedo estar con ella en todo momento y así la controlo - le dije con una sonrisa tranquilizadora - ¿Pero ella sabe de qué trata el ritual?

- No, pero... Es por si las moscas, más que nada.

Nos fuimos cada uno hacia su casa y me quedé pensando que hacer el ritual era imposible, pero él estaba asustado, me preguntaba la razón una y otra vez.

El ritual era un acto muy peligroso, aunque siempre he pensado que se trataba de una leyenda, el hecho de coger una tabla de madera quemada - cuanto más negra, más efectividad - y dibujar el símbolo de una criatura maligna, sea cual sea, con su sangre... Pero no con cualquier herida, sólo con un arma vampírica la cual está custodiada en el ayuntamiento del pueblo en el sótano, ahí sólo puede entrar el alcalde, nadie más. Lo más peligroso de este acto es la precisión del dibujo, debes ser muy preciso de lo que quieres invocar, el mínimo fallo e invocarás a una criatura distinta de la que querías, sea por aspecto o por carácter. 

Ya era de día, me levanté y fui al comedor a desayunar. No se porqué, pero allí estaba Daniel, en mi comedor, comiendo mis tostadas y mi café.

- ¿Que haces aquí? - le pregunté.

- Pues que quería presentarte a Sofía - ella sale del baño - Ven Sofía, te voy a presentar a Aurora.

- Hola, encantada - dijo Sofía - ¿Hoy saldremos por el pueblo? - preguntó ilusionada y dando saltos.

- Claro, acabamos de desayunar y vamos, ¿Vale?

Siendo sincera, mi primera impresión que recibí de Sofía fue buena, me pareció una buena chica y no me esperaría nunca que le gustarán este tipo de cosas. Iba vestida con su vestidito blanco, tenía catorce años y era muy adorable, su tono de voz era bastante dulce. Ahora, en cuanto llegamos a la iglesia y pasamos por el templo, mi opinión dio un giro muy basto, empecé a pensar que esa chica estaba loca.

No te fíes de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora