Ruedas tocando suelo

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Las ruedas de mi maleta habían estado molestándome todo el viaje, ese insoportable ruido que producían había estado persiguiéndome desde que abandoné mi casa en Sevilla. El viaje de doce horas que acababa de superar no era más que un paso más hacia lo que iba a ser probablemente una de las mejores experiencias de mi vida.

Mi avión acababa de aterrizar en el aeropuerto de Los Angeles y mis piernas se morían por poder andar de nuevo. Durante el viaje había aprovechado para ver dos películas y tres capítulos de una serie, una serie horrible que me recomendó mi compañero de asiento y que no quise quitar por no tener que justificar lo mala que era.

Una vez pude bajar del avión mis piernas sintieron de nuevo lo que era aguantar el resto de mi cuerpo y mi culo pudo despedirse del asiento con el que tanto había intimado durante el trayecto.
Por fin estaba aquí, en Los Angeles, la ciudad de la estrellas, donde según las miles de películas grabadas aquí, todo era posible. Nunca pensé que esa magia que envolvía a esta ciudad se fuera a apagar tan rápido para mi, en cuanto puse un pie en ella pude notar que nada era como aparecía en la gran pantalla.

Llegar desde el aeropuerto hasta el cutre apartamento que había podido alquilar hacia las afueras no fue tan complicado como imaginé. Una vez pude llegar allí todo a mi alrededor se sentía mejor, tenía una ciudad entera por explorar, o al menos hasta mañana, que era cuando debía empezar a trabajar. Y es que este viaje a Los Angeles no surgió por turismo ni mucho menos, sino por una muy generosa oferta de trabajo la cual no tuve la suerte de poder rechazar.
No es que no me hiciera ilusión tener un cambio así en mi vida, al contrario, siempre he pensado que este tipo de oportunidades son las se deben aprovechar y más cuando te ofrecen unas maravillosas cifras que no te permiten mirar hacia atrás.

Había venido a trabajar como relaciones públicas de Scooter Braun, un pez gordo de la industria de la música que llevaba artistas tan grandes como Ariana Grande, Demi Lovato y Justin Bieber. Nunca pensé que unos cuantos contactos de universidad me traerían hasta Los Angeles pero ya que estaba aquí solo me quedaba aprovechar la experiencia, o al menos eso me decía mi madre.

Tarde poco en sacar todo lo de mi maleta y ordenarlo  en los armarios del apartamento, no había traído gran cosa, solo lo necesario, moverme por la ciudad de Los Ángeles con más de dos maletas no entraba en mis planes cuando pensaba en mi llegada aquí.
Una vez termine me senté en el polvoriento sofá y llame a mi madre.

— Y llegué, sana y salva — dije mientras observaba el apartamento, que por cierto no se parecía nada al de la foto

— Larisa llevaba esperando tu llamada desde hace dos horas — dijo mi madre algo molesta

— Lo sé, perdona, tenía que llegar hasta el apartamento antes de ponerme a hablar con nadie — añadí

— Bueno que tal todo, ¿es bonito el apartamento?

— Si Mamá, es genial, mejor de lo que esperaba — dije observando la inmensa mancha de húmeda que había en la pared

— Me alegro cariño, ahora ve y date una vuelta, no estes encerrada hasta mañana. Y ten cuidado — dijo mi madre justo antes de acabar la llamada.

Aunque la tentación de quedarme tendida en la cama hasta el día siguiente cada vez crecía más en mi, sabía que mi madre tenía razón, debía salir a dar una vuelta, por lo menos para comprar algo de comida.

Una vez me arregle lo más mínimo salí y pude observar que el barrio en el que estaba no era precisamente el típico barrio residencial en el que piensas cuando te hablan de Los Angeles, los edificios no estaban en muy buen estado y era el ambiente ideal para estar viviendo sola.
Mi casero ya me había advertido al llegar de que si mi intención era moverme en transporte público lo iba a tener difícil así que pensé que lo mejor era aprovechar este tiempo para ir a por un coche de alquiler.

Tras andar un par de kilómetros según Google Maps, encontré la deseada agencia de alquiler de coches.
Allí, me recibió un señor bajito que me enseñó todas las opciones que había, desde coches de lujo hasta los más accesibles.
Tenido en cuenta que mi único propósito en Los Angeles era poder empezar a dinero, no tuve mas remedio que elegir la opción más económica.
Por doscientos dólares al mes obtuve un Ford de color rojo que al arrancar parecía que estaba atravesando un camino de piedras. Este fue el encargado de llevarme de nuevo a casa después de pasar por el supermercado, y aún sigo dando gracias porque no se quedará parado en medio de la carretera.

Después de una ducha muy necesaria, me acosté pensando en el día siguiente, debía causar buena impresión, nada de olvidarme el inglés ni dudar en responder, si algo tenía claro es que la mujer que iba a entrar mañana en el despacho de Scooter Braun iba a ser la persona más segura de si misma que jamas hubiera visto.







Esta primera parte ha sido una pequeña introducción, cada noche capítulo nuevo.
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Caos en las estrellas  (Justin Bieber Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora