Espero que puedas perdonarme

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Se alisó unas pequeñas arrugas imaginarias que tenía en el borde de su elegante vestido de color sangre.

Suspiró y con paso firme entró por las ancestrales puertas de roble de Malfoy Manor.

-¡Hermione, querida! -la amable voz de Narcissa la hizo fingir una sonrisa.

-Cissy. -sonrió acercándose a la mujer y dándole un beso en cada mejilla. -Qué gusto verte.

La mujer de bellas facciones le miró con una sonrisa llena de nostalgia y cariño.

-Es bueno que hayas venido, hija. -dijo tomando su mano.

-Tenía que hacerlo. -suspiró con amargura. -Bien sabes que tu hijo siempre será importante para mí.

-Lo sé. Siempre has estado ahí para él. -le dijo mientras pasaba un brazo por los hombros de la chica.

Hermione asintió y le habló de nuevo:

-¿Dónde está él? -le preguntó pretendiendo indiferencia.

La señora Malfoy la observó, estudiándola con la mirada e inclinado un poco la cabeza.

-En su habitación. Está terminando de prepararse. -dijo sin más.

-Tengo que verle antes de... -no pudo continuar.

-Entiendo, Hermione. -le dijo con voz rota. -Hazlo de una vez. Comenzará en una hora. -una lágrima resbaló por su mejilla.

La chica asintió, perdiéndose por las largas escaleras de la antiquísima mansión.

Narcissa miraba con tanta tristeza a la chica. ¿Por qué todo había terminado así?

[...]

Tocó la puerta antes de entrar, y la voz del rubio la sobresaltó un poco.

-Adelante. -la voz de Draco sonaba resignada y decaída.

Cuando empujó la puerta con suavidad, dió un largo y profundo suspiro.

¿Por qué todo tenía que haber terminado así?

La mirada del ojigris estaba puesta en el espejo de cuerpo completo que tenía junto a la ventana. Se estaba acomodando el cabello con las manos, cuando desvió su mirada al reflejo que el espejo le ofrecía.

Sus ojos se abrieron de par en par, y sintió los latidos de su corazón aumentar. Hermione estaba ahí. Detrás de él.

Se giró despacio. La observó. Los ojos de ambos brillaron al sentirse interactuando.

El rubio no pudo evitar mirarla de arriba a abajo. Sin escrúpulos ni pudor. Hacía tanto que no la veía. Hacía tantos meses que no había sentido sus labios sobre los suyos y su cuerpo junto al suyo.

-Hermione. -logró decir con dificultad. -¿Qué haces aquí? -preguntó mientras la observaba morderse el labio inferior. Aquel gesto que lo enloquecía.

La chica avanzó, quedando a un metro de él. Podía sentir la fragancia de Draco, aquella hipnotizante colonia del chico.

-Venía a... -su voz se entrecortó. -¿Por qué, Draco? -preguntó con los ojos humedecidos.

El chico sintió que su corazón se encogió al ver el semblante triste de la mujer que amaba.

Logró hablar con voz firme:

-Así tenía que ser.

Hermione sintió que las lágrimas ya bañaban su rostro, cuando se atrevió a preguntar aquello que tanto miedo le daba.

-¿La amas?

Draco se sorprendió por la pregunta, y desvió su mirada al gran ventanal junto al espejo.

-La quiero. -el corazón de ella se encogió. -Fué mi amiga. -agregó. -Pero jamás amaría a nadie que no fueras tú.

El corazón de la castaña comenzó a latir rápidamente.

-¿Por qué terminamos así?

-Mi padre. -dijo simplemente.

-Lo sé. -suspiró.

Se acercó a ella.

-Aún podemos arreglarlo. -dijo él.

-¿Cómo? -preguntó.

El no respondió, y con suavidad tomó el rostro de la chica. Envió su otra mano a la estrecha cintura de ella, y le dijo:

-Estás hermosa. -dijo y la besó.

[...]

Astoria Greengrass estaba preciosa aquella tarde. Su vestido blanco relucía con fulgor. Sin embargo, tenía una mueca triste en el rostro, mientras observaba a Theodore Nott charlar con una chica.

Ella esperaba a varios metros del altar adornado de rosas blancas y jazmines.

La madre de Draco se acercó a ella, y le dedicó una sonrisa triste.

-Es de Draco. -y le extendió un pergamino. -Lo siento querida. -dijo y se fué.

Narcissa no pudo evitar sonreír alegremente. Su hijo al fin podría encontrar la verdadera felicidad.

Estimada Astoria:

No quería dejarte ahí. Sin embargo, siempre supiste que nuestra felicidad no sería posible estando juntos. Sabes a quién amo. Y yo sé de quién estás tú enamorada.

Me fui, querida amiga. No podía casarme contigo. Eres una mujer hermosa, y sin duda, la que cualquier hombre quisiera en su vida. A excepción de mí. Sabes que la amo.

Gracias por escuchar mis lamentos de tristeza cuando nos separaron de las personas que amábamos. Gracias por saberme escuchar. Sé que estarás feliz por mí.

Así que tome la decisión de irme. ¿Puedes creerlo? Huí con ella media hora antes de la boda.

Espero que puedas perdonarme algún día y que entiendas que no solo lo hice por mí, sino también por tí. Sé que él te hará feliz. Theo siempre ha esperado por ti. Y tú siempre le has querido a él.

No puedo decirte a dónde iremos. Ni siquiera mi madre lo sabe. No es que no confiemos en ella, o en ti; pero sabes que Lucius sería capaz de cualquier cosa.

Es todo lo que tengo por decir en esta carta, me despido de ti.

Deseándote la mejor de las suertes en tu vida,

Draco Malfoy.

Una lágrima resbaló por su rostro de porcelana, y sonrió.

Al fin todos podrían ser felices.

El final de nuestra historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora