El camino a la grandeza

Capítulo 2: Promesa Olvidada

Capítulo 2: Promesa Olvidada

En ese momento, Bujie notó que Juwei se había dejado de mover.

"Basta", ordenó Bujie, deteniendo la brutal golpiza. "Revísale el pulso. No quiero más problemas, especialmente por una escoria como él".

Uno de los secuaces, después de revisar el pulso de Juwei, informó: "Todavía tiene pulso, joven maestro. ¿Qué deberíamos hacer?"

Bujie, con desdén, respondió: "Déjenlo aquí ya se las arreglara el solo. Si no ha aprendido la lección, me temo que lo tendremos que enviar a encontrarse con Di Yu. No quiero más complicaciones".

Al mismo tiempo

Al abrir los ojos, Juwei se encontraba en un mundo de oscuridad, como si estuviera a la deriva en el vasto espacio cósmico. Los sucesos pasados se repetían en su mente, y un resentimiento hacia Bujie se gestaba en lo más profundo de su ser. Con un tono sarcástico, Juwei soltó una risa amarga, burlándose de la reacción desmedida de Bujie por un simple choque.

—Jajaja, Bujie, todo lo que hice fue chocarme sin querer contra Ziyi, y te pones así. No te preocupes, tarde o temprano me las pagarás...

Sus palabras quedaron suspendidas cuando un recuerdo emergió en su mente. En él, Juwei y su padre, Jufeng, estaban en el hospital frente a la madre de Juwei, Liu Yan, postrada en una cama. Jufeng, con una seriedad nunca antes vista, compartió palabras que resonarían en lo más profundo de su alma.

—Hijo mío, en esta vida solo tienes que recordar tres cosas: nunca permitas que te humillen y pisoteen tu orgullo, sé siempre honesto contigo mismo y, lo más importante, haz siempre todo lo posible para proteger a tu familia, incluso si eso significa romper alguna de las anteriores. La familia siempre es lo más importante.

Este recuerdo calmó a Juwei, desviando su atención de la furia hacia Bujie. Observó a su alrededor en la oscuridad y, sin alarmarse, se puso en movimiento, sin saber a dónde se dirigía.

Después de un tiempo de vagar en la negrura, una pizca de ansiedad se reflejó en sus ojos. Hasta que, después de un periodo indeterminado, sus ojos se posaron en un lugar detrás suyo que le resultaba extrañamente familiar. Un pequeño punto de luz blanca apareció, despertando en él una sensación de calidez y familiaridad.

Inexplicablemente ansioso, Juwei comenzó a correr hacia ese punto blanco. Cuanto más se acercaba, más intensa se volvía esa sensación. Después de correr durante un largo periodo, justo cuando estaba a punto de tocar la luz blanca, se despertó.

Al despertarse, Juwei se encontró en un lugar que no reconocía. La oscuridad del mundo anterior había sido reemplazada por una luz tenue y difusa. Lentamente, se incorporó y observó calmadamente a su alrededor. Estaba acostado en una cama y frente a él, destacaba la figura de su padre, Jufeng, cuya mirada reflejaba preocupación y alivio al mismo tiempo, como la de un padre que encuentra a su hijo sano y salvo después de una situación angustiante.

Más cerca de él, recostada sobre el borde de su cama y aparentemente dormida, estaba una chica. Al principio, Juwei pensó que era una desconocida, pero al observarla más detenidamente y conectar los puntos de las características entre esta chica y Hean, una de las tres bellezas de la universidad, concluyó que era ella. La chica tenía el pelo negro y ojos oscuros profundos, una combinación perfecta entre curvas acentuadas y picos que recordaban a dos montañas. Llevaba gafas y emitía un aura de paz y tranquilidad. Sin embargo, Juwei notó que sus ojos estaban humedecidos y con un rastro de haber llorado recientemente.

La sorpresa y la confusión se reflejaron en los ojos de Juwei al ver a su padre y sobre todo al ver a esta chica y su expresión.

Al ver detenidamente el rostro de la mujer, Juwei no pudo evitar que surgieran pensamientos dentro de él. Se preguntaba qué hacía esa chica allí, observándola con una mezcla de asombro y admiración. Su belleza, combinada con ese toque de tristeza en sus ojos, lo dejó en un estado hipnotizado. Se preguntaba por qué había estado llorando, qué historia se escondía detrás de esos ojos oscuros que ahora lo miraban. La curiosidad y la fascinación lo envolvieron mientras intentaba comprender la conexión entre él, su padre y esa misteriosa pero cautivadora presencia femenina.