Jeon Jungkook se ve acorralado luego de que un artículo lo ataque directamente.
Ocasionando así problemas en su futura ceremonia de coronación, se ve en la obligación de tomar las medidas necesarias para detener cualquier información mal intencionad...
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"La sangre que corre por nuestras venas es el eco de nuestro pasado. Un legado que nos define, un legado que nos condena." ⠈⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄⠄⠂⠁⠁⠂⠄
Gyeongsang, Corea del Sur. 01/09/98
Linaje dichoso que las calles coreaban por su presencia.
Los Jeon habían anunciado la llegada de su primogénito. El principe de Gyeongsang era la noticia del día y el cuestionamiento de su linaje no se hacía de esperar.
Un alfa, un Jeon.
El tono rojizo de las hojas que indicaban la llegada del otoño, se desprendían bailando al suave compás del aire. Los banderines de colores se meneaban y los paquetes no dejaban de llegar a la residencia.
Y ahí, Jeon Sejun, solo podía ver por la ventana de su habitación en la espera de alguna noticia.
Su lobo se sentía ansioso, podía percibir los reclamos que este le hacía y no podía culparlo, pues su pequeño cachorro estaba en camino.
—¿Se le ofrece algo, mi señor?— preguntó uno de los ocupantes que pasaba por ahí. Sejun negó y volvió su atención a la entrada principal.
Por lo general, su familia mantenía el cronograma de nacimiento para sus herederos. El linaje Jeon era especial a ojos del pueblo, pero totalmente complejo a ojos suyos.
Yuni había adelantado en parto dos semanas antes de lo planeado y todos se encontraban expectantes al legado pendiente para obtener la corona. Nadie sabía lo que estaba sucediendo y eso era una tortura mental para todo postor de la residencia.
Aunque habían muchos factores, el poder mayoritario de todo el continente era la principal razón por la que Los Jeon obtenian ganancias a diestra y siniestra.
Corea tenía cinco naciones, cinco linajes diferentes, cinco poderes que habían dejado de competir por la supremacía pero que mantenían el roce territorial en una tregua ante la supuesta equidad que existía.
Y era por esto que Jeon Sejun pegó un grito de felicidad en cuanto la enfermera encargada de su esposa, salió con un bebé en brazos que lloraba en todo lo que se le permitía.
—Es un alfa, mi señor.— indicó la joven mientras arrullaba al pequeño en el intento de callarlo.
Descubrió el rostro, dejando a simple vista el ceño fruncido del cachorro y no tuvo que batallar mucho, cuando el heredero abrió la mirada.
Brillantes ojos en color champagne, tal y cuál como los suyos.
Por ahora, el legado de los Jeon se mantenía intacto y el inicio de un nuevo comienzo era lo que resonaba en cada espacio del lugar.
El nacimiento de Jeon Jungkook, el nacimiento de un alfa, el nacimiento de un rey.
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