Espontáneamente los recuerdos pueden llegar, las cosas que menos te esperas pasan por tu mente en situaciones que menos te esperas. Tal cual el caso de Hunter.
En medio de una junta, los recuerdos de él siendo un universitario lo invadieron; quizá era la forma en la que esa persona exponía, quizá era lo que decía o quizá, muy en el fondo sabía, que era ella misma la que provocaba aquello.
Una década y media había pasado desde la última vez que miró a alguien de aquel infierno, más a ella, quién ahora lucia tan radiándote. No. Ella siempre había sido radiante, siempre le había provocado un sentimiento extraño, no había manera de explicarlo. Suspiró sin dejar de mirarla, prestaba atención a lo que decía, pero los recuerdos seguían ahí, casi como si los estuviera viviendo de nuevo. Se mareó, pero es el jefe, era el líder, no podía retirarse, no cuando lo que podría ser la mejor inversión estaba frente a ellos. Los inversionistas, gerentes, marketing y demás estaban atentos, quizá a sus piernas o no sabe en qué; la mayoría le provocó asco, los odiaba a todos, pero amaba en igual medida el dinero que le daban así que no podía hacer mucho, no cuando Elizabeth, que se había presentado con otro nombre, no era una empleada de él.
Suspiró, esta vez dejándose ver cansado, pero no por las razones que otros podrían creer.
—Para finalizar, la idea va enfocada principalmente en aquellos que no tienen una estabilidad económica, al ser este sistema más económico, ya que es más sencillo de crear, mantener y actualizar, tendremos mayor ganancias, pero estas se verán reflejadas únicamente en un futuro...
Ella hizo una pausa, perdiendo toda la seguridad que tenía al principio de aquella mañana, pues, por primera vez después de tanto tiempo sus ojos se encontraron con los de él; la hicieron sentir un revoltijo en el estómago, sus brazos ardieron aún bajo la tela de su blusa manga larga, su respiración se volvió lenta y tragó, no pudo acabar de decir las fechas y claramente falló. En un segundo perdió el interés del público, como ella lo llamaba y casi se da un golpe metal, pero cómo aquel verano de sus diecinueves, esa voz la salvó.
—En cinco años, pero señorita Valghier debe saber que esta idea es, me atrevo a confesar, un proyecto para una mejor empresa. –Hunter, quién habló en alto con una postura seria, hizo una pausa sólo para mirar las hojas que tenía, era como leer un ensayo y eso le causaba gracia. —¿Por qué está empresa?
<< Por usted >> pensó ella, pero sólo suspiró, jamás diría eso en voz alta, menos al que aseguraba que sería su jefe. En cuestión de segundo cerró los ojos, inhalo y tomó una nueva postura; la seguridad volví a su cuerpo, porque en el fondo sabía que sus palabras habían ayudado a capturar la atención de los inversionistas y marketing.
—Porque su empresa, señor Engiels, es la única que se preocupa por el futuro, no sólo de la empresa o los nuevos productos, no se preocupa por la maquinaria, o la bolsa, mucho menos por perder, usted, sin querer sonar atrevida, se preocupa por los jóvenes, se preocupa por las personas y sé que este proyecto, que este sistema podrá ayudarlos en todo, este es el nuevo futuro, el que usted debe aceptar para asegurarse de cumplir lo que su lema dice.
Hubo un silencio cuando terminó de explicarse. Él sonrió y ella tembló.
—Muy bien, señorita Valgheir, puede irse por ahora, mi secretario le dará lo que necesita para hoy.
Ella se quedó ahí parada, estática y con la boca abierta por lo que había dicho: ¿¡la había contratado!?
Asintió, tomando sus cosas para salir rápidamente.Por otra parte, el hombre miró a los señores en aquella larga mesa. Se notaba que se llevaban por más de dos décadas, pero nada les impedía entenderse a la perfección, con sus excepciones, pero en el fondo, Hunter sabía que nadie podría detenerlo cuando tenía una idea o cuando quería algo. A veces se sentía como un niño mimado o aferrado, pero es que, cuando formó su carácter en aquella empresa supo que así debía ser, que de esa forma terminaría ganando, porque Hunter Engiels siempre ganaba.
—Entonces. –Un acento inglés se dejó oír, capturando la atención de Engiels. —¿Está seguro? Su propuesta no fue la mejor, era algo torpe y me aburrió a mitad de la habladera. –Afirmó con burla, mirando a los otros que estaba serios, parecían pensativos.
—Me sorprende que haya intentado poner atención y no sólo viera las piernas de la señorita Valghier. –Su tono era tan serio como amable, al menos se podía confundir. —Señor Loughet, le aseguró que nadie sabe lo que es mejor para mi empresa.
Enfatizó el "mi" haciéndole saber al inglés que no debía hablar más o terminaría perdiendo algo. Rara vez se dejaba ver de aquella forma, pero había ocasiones en las que simplemente no podía. Suspiró y dió por terminada la junta, nadie más habló y ninguno se atrevería a protestar; esa era platica para otra ocasión.
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[sin título por ahora]
Teen FictionCuando eres la mala en la versión de alguien intachable, toda tu vida da un giro inesperado y te hunde en una profunda crisis; pero cuando logras salir de tus pensamientos, ¿qué ves? No, ¿a quién ves? O, ¿por qué? Siempre estuve observándote, aún a...