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Park Sunghoon huele raro

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Park Sunghoon huele raro.

Su olfato y él llegaron a dicha conclusión cuando el Omega se inclinó sobre su escritorio para mostrarle el resumen de la reunión que suspendió el día anterior para ir a almorzar con Yeonjun.

No era un raro malo, sí tenía que admitir. Soobin tenía una nariz sensible a los olores y el aroma de su secretario nunca fue algo que le molestara.

Sin embargo, con el embarazo se había vuelto más dulce, casi empalagoso con ligeros tonos como a leche y fresas.

Y no hubiera sido un problema para nada, a él no le molesta aquel cambio. Pero sería más fácil de llevar si su Alfa no estuviera repitiéndole en su cabeza desde hace unas horas que ambos tienen un Omega al que pueden hacer oler de esa forma. Leche y chocolate, la combinación perfecta.

― Señor Choi, ¿debería usar supresores para venir a trabajar? ―Su secretario le pregunta, incorporándose y Soobin lo ve dar unos pasos atrás para alejarse.― Le molesta mi aroma.―No es una pregunta, el Alfa lo sabe.

― No me molesta.―Le responde, a pesar de que tiene la nariz fruncida.― No debes tomar supresores. Eso dañaría tu cachorro, ¿no?―Sunghoon frente a él se sonroja por su pregunta y Soobin se cuestiona si había dicho algo malo.

― Sí, no debo usar supresores durante el embarazo.―Admitió bajito.

― Entonces no los uses y ya. Tu aroma no me molesta.―Su secretario le toma la palabra, alejándose en silencio y Soobin mira la hora en su reloj.

Faltan quince minutos para las siete y la idea de ir a casa a comer con Yeonjun suena tentadora. Su lobo lo apoya feliz, demasiado dispuesto en todo lo que respecte cercanía al Omega y quizás deba quejarse con Yeonjun por lavarle el cerebro a su lobo.

En menos de media hora está en la casa que comparte con el castaño y es la primera vez en cuatro años que Soobin llega temprano a su hogar, y casi la quinta en la que se queda a cenar con el Omega.

Desbloquea la puerta y el aroma suave a chocolate de Yeonjun está por todo el lugar, su lobo se relaja en su pecho casi al instante y con el los músculos tensos de Soobin.

Observa con cautela una bolsa mediana que huele a bebé sobre el sofá y Soobin arruga las cejas, girándose a buscar al Omega por la casa y pronto sus ojos chocan con otros casi tan negros como los suyos.

Yeonjun está de espalda a él, sosteniendo a un pequeño cachorro que Soobin recuerda de algún lado y el bebé lo mira desde su lugar, apoyado en el hombro de Yeonjun. Sus ojitos se vuelven llorosos, la pequeña nariz está roja, su labio inferior tiembla, un pequeño gemidito se escucha y el Alfa aprieta los labios cuando el cachorro estalla en llantos.

Soobin gruñe bajo, caminando hacia la cocina y el sonido de Yeonjun arrullando suavemente el bebé se combina con los gritos de este en una melodía abrumadora. El Omega mece el bebé, dejando caricias en su espaldita para intentar calmarlo.

pusilánime | soojun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora