SEGUNDO ACTO

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(En el palacio real) Salen el rey BASILIO y CLOTALDO


CLOTALDO: Todo, como lo mandaste,

queda efectuado.


BASILIO: Cuenta,

Clotaldo, cómo pasó.


CLOTALDO: Fue, señor, de esta manera:

con la apacible bebida

que de confecciones llena

hacer mandaste, mezclando

la virtud de algunas hierbas,

cuyo tirano poder

y cuya secreta fuerza

así el humano discurso

priva, roba y enajena,

que deja vivo cadáver

a un hombre, y cuya violencia,

adormecido, le quita

los sentidos y potencias...

No tenemos que argüir

que aquesto posible sea,

pues tantas veces, señor,

nos ha dicho la experiencia,

y es cierto, que de secretos

naturales, está llena

la medicina, y no hay

animal, planta ni piedra

que no tenga calidad

determinada, y si llega

a examinar mil venenos

la humana malicia nuestra

que den la muerte, ¿qué mucho

que, templada su violencia,

pues hay venenos que maten,

haya venenos que aduerman?

Dejando aparte el dudar,

si es posible que suceda,

pues que ya queda probado

con razones y evidencias...

Con la bebida, en efeto,

que el opio, la adormidera

y el beleño, compusieron,

bajé a la cárcel estrecha

de Segismundo; con él

hablé un rato de las letras

humanas, que le ha enseñado

la muda naturaleza

de los montes y los cielos,

en cuya divina escuela

la retórica aprendió

de las aves y las fieras.

Para levantarle más

el espíritu a la empresa

que solicitas, tomé

por asunto la presteza

de una águila caudalosa,

que despreciando la esfera

del viento, pasaba a ser,

La vida es suenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora