Parte 1. Megumi Fushiguro

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Aclaraciones: palabras vulgares, sexo explícito, alusión a parejas homosexuales. Todos los personajes son mayores de edad. Todas las imágenes de esta historia me pertenecen.

Sinopsis: Megumi leyó ese extraño mensaje de su amigo Itadori. «Ven». Y no supo cuánto se arrepentiría después de hacer caso a esa dichosa palabra. Primera parte de una serie de cuatro capítulos con algunos spoilers del manga.

・。めぐみ。・

Megumi Fushiguro gustaba de irse temprano a descansar. A veces se sentaba en la cama y leía algún libro pendiente que se hubiera comprado por las tiendas del centro cuando acompañaba a Itadori en sus tonterías. Pero normalmente a las doce seguía la misma rutina, bostezaba, miraba la hora en el despertador, ponía el marcapáginas, cerraba el libro y revisaba que estuvieran todas las alarmas puestas para el día siguiente.

—Hora de dormir —dijo en voz alta.

Se tapó, como usualmente hacía, hasta el cuello y procedió a cerrar los ojos. Podía escuchar a Itadori al otro lado de la pared, pues sus cuartos estaban pegados —cortesía del profe Gojo—. El muchacho solía estar despierto hasta tarde, jugando videojuegos o viendo alguna serie. Habían tenido sus roces porque Megumi era de sueño ligero y odiaba el ruido por encima de todo.

Yuji prometió usar audífonos la última vez que discutieron sobre el volumen de la televisión, pero parecía haberse olvidado otra maldita noche. Megumi suspiró en alto y subió la sábana hasta por encima de la cabeza, intentando ignorar lo que sea que estuviera viendo su condenado amigo. El sueño finalmente lo venció.

Horas después, un ruido en la otra habitación lo despertó. Fushiguro abrió los ojos de golpe, molesto, y miró a todos lados un poco confundido, luego entendió que no había sido ahí dentro pero sí cerca. Tampoco le sorprendería que ahora Itadori fuera sonámbulo. Dudó en levantarse y llamar a su puerta para pedir silencio, pero le daba pereza salir de la cama.

Hasta que el golpe se repitió, y la pared entera tembló. El moreno se levantó de la cama apartando de un manotazo las sábanas, se sentó en el borde y comenzó a frotarse los ojos, de reojo veía la hora en el reloj, las cuatro de la madrugada.

—Qué cojones estás haciendo ahora... —se preguntó de nuevo en voz alta.

Si bien su amigo era un tanto extraño, no rozaba esos limites de molestar a esas horas, respetaba relativamente las normas de convivencia, y sabía que si se iba tan tarde a dormir mañana se caería de sueño en las clases. El profesor Gojo le mandaría extra de deberes si eso volvía a ocurrir, lo prometió la ultima vez.

Pero Itadori era peculiar, a veces lo descubría discutiendo con ese demonio que tenía alojado en su interior, Sukuna. Ver surgir una boca de su mejilla o pegarse a si mismo cuando la maldición intentaba controlar su cuerpo podría llegar a ser gracioso —hasta cierto punto, pero no lo reconocería en voz alta—, pues parecía que hablaba solo y le faltaba algún tornillo de su cabeza hueca.

¿Estaría teniendo de nuevo alguna bronca con ese ser y por eso el alboroto? Tal vez debería ir a ver por si tenía que avisar a algún superior. Aunque era extraño, Itadori parecía mantenerlo bajo control, a menos cuando sus emociones también lo estaban.

Era un muchacho alegre pero serio en momentos importantes, indómito y con carácter. Desde la ultima vez que Sukuna tomó su cuerpo en aquella cárcel y casi mata al propio Megumi, no lo vio perder el control ninguna otra vez. Aquello no era un juego, lo sabía.

Boy meets evil (Sukuna multiship)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora