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EL SENTIMIENTO DE culpa parecía que jamás iba a soltar a Gojo

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EL SENTIMIENTO DE culpa parecía que jamás iba a soltar a Gojo. Hacía dos horas que había llegado a la escuela y la culpa lo seguía carcomiendo por dentro.

Krista desaparecida y él ahí, sentado en el pabellón con una pelota de baloncesto entre sus pálidas manos.

Enfrente de él, en el suelo, se hallaba la venda de Roger. Perfectamente doblada.

—¿Y a ti qué te pasa? —cuestionó una voz en la puerta. Sonó eco por todo el pabellón.

Gojo se estremeció

—Es la primera vez que veo a Satoru Gojo sentado sin hacer una catástrofe. —bromeó su mejor amigo, Suguru Geto—. Por cierto, ¿Has visto a Krista? Tengo que hablar con ella sobre algo.

El pecho de Satoru se contrajo al oír las palabras de su amigo.

—Me han dicho que estaba contigo, así que vine a preguntarte. —informó Geto, sentándose enfrente del peliblanco y agarrando la pelota. Sin darse cuenta de la venda.

Geto percibía que había algo raro en el ambiente. Gojo se estaba comportando muy raro desde que había vuelto de la misión.

—Lo siento... —susurró el peliblanco, agarrando entre sus manos la venda. Geto ladeó la cabeza, confundido. —Lo siento... —repitió, con la voz quebrada.

Geto se preocupó.

—¿Qué pasa, Satoru? Me estás preocupando. —masculló el pelinegro, observando la venda que estaba en las manos de su amigo.

—Krista... —respondió Gojo. El corazón de Geto se detuvo—... Ella... En la misión... —se calló al sentir como una lágrima recorría su mejilla derecha. La limpió con la yema de su dedo índice y alzó la mirada. Chocando miradas con su mejor amigo—, no sé que pasó. Pero de un momento a otro desapareció.

Aquello bastó para acelerar el corazón de Geto.

—Satoru, si esto es una broma, para ya. No es gracioso. —masculló Geto, levemente molesto.

—Te aseguro que no es una broma. —respondió el peliblanco—. Ojalá lo fuera.

El pelinegro se levantó del suelo y observó al peliblanco con dolor en sus ojos.

—¿Buscaste bien? —preguntó Geto—. Puede ser que no hayas visto alguna habitación y esté ella esperándonos. —susurró, más para sí mismo que para su amigo.

—Geto... —susurró Gojo, levantándose del suelo. Sus manos aún sostenían con delicadeza la venda. —Busqué en todas las habitaciones. En ningún momento sentí su energía maldita...

Suguru sintió su corazón partirse en mil pedazos.

—¿Y dónde estabas cuando ella desapareció? —cuestionó Geto.

—Exorcizando a una maldición. —respondió Gojo. Geto asintió—. Cuando quise ir con ella porque tardaba mucho, no la encontré en ningún sitio.

strange girl ━━ satoru gojo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora