Capítulo 1.

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Martin apoyó su cabeza en la puerta. Le dolía mucho ver a Juanjo así, tan encerrado en sí mismo.

- Como no quieres hablar... podemos... ¿cantar? - preguntó Martin sabiendo que Juanjo no se negaría ante esa petición.

Juanjo sonrió detrás de la puerta y suspiró, pero no dijo nada, su cabeza no le dejaba pensar con claridad, solo era capaz de escuchar la cantidad de pensamientos, no buenos precisamente, que se le pasaban por la cabeza.

Martin empezó a cantar.

- Déjame tomarte de la mano... déjame mirarte a los ojos.

Los ojos de Juanjo estaban totalmente cristalizados. ¿Como era Martin capaz de saber lo que necesitaba a cada momento? ¿Como era capaz de respetarle y quererle de esa manera?

Martin sabía que el de Zaragoza acabaría cediendo y, por tanto, cantando, así que continuó.

- Déjame a través de mi mirada, darte todo mi explendor.

- Déjame quedarme aquí... - susurró Juanjo, intentando que mas lágrimas no escaparan de sus ojos. - Déjame besarte ahí...

Martin sonrió aliviado al escuchar la vocecita de Juanjo al otro lado de la puerta y le escuchó cantar.

- Donde guardas tus secretos, los más oscuros y más bellos... - cantaba Juanjo mientras su voz se rompía.

El corazón de Martin se rompió a pedazos a la vez que lo hacía la voz de Juanjo.

- Juanji... ¿quieres que la sigamos cantando juntos? - preguntó Martin mientras doblaba la manivela de la puerta del baño. - Si no quieres dímelo, no quiero presionarte.

Juanjo sintió como la presión de su pecho se desvanecía cuando Martin le dijo que quería acompañarle en ese momento, pero aún así, necesitaba espacio y no sabía cómo decírselo para no incomodarle.

- Ne... necesito... - Juanjo intentaba expresarse.

- Lo sé. - afirmó Martin. - Necesitas que entre pero no me acerque. Prometo que me quedo en la otra parte del baño, pero ábreme por favor. - exclamó en tono dulce.

Juanjo sonrió aliviado, a pesar de no poder evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. Se apartó y se apoyó en una pared, dejando libre la puerta para que el de bigote pudiera pasar.

Apoyó su espalda en la pared y se sentó, con las rodillas en alto y los brazos en la cabeza apoyados en ellas.

- Pasa, va. - permitió el paso a Martin.

Martin abrió la puerta, y se sentó justo enfrente de Juanjo. Le dolía verle así y no poder acercarse, pero tenía que respetar los tiempos de Juanjo.

Juanjo no le miró a penas, miraba hacia la pared, le daba mucha vergüenza llorar delante de los demás.

- ¿Como seguía? - preguntó Martin para romper el silencio que les acompañaba y que Juanjo estuviera lo más cómodo posible.

- Te regalo mis piernas... recuesta tu cabeza en ellas. - continuó Juanjo con la canción.

- Te regalo mis fuerzas, úsalas cuando no tengas... - Martin no podía evitar cantar mirando a Juanjo, le estaba dedicando cada parte de la canción, la sentía muy suya, muy de los dos.

Juanjo sonrió al escuchar esa frase, era idónea para el momento. Sabía perfectamente que Martin le daría sus fuerzas siempre las necesitase, se lo había dicho mil veces. Lo que Martin no sabía es que Juanjo también haría todo por él, pero Juanjo aún no había sido capaz de decírselo.

Juanjo decidió seguir con la canción, y cantárselo de verdad, así que, se acercó a Martin y le extendió la mano.

- Te regalo las piezas que mi alma conforman.

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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Solo Dios sabe - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora