Me amarás de inmediato (Cómo lo hiciste una vez en un sueño)

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Nuestra historia comienza en los límites del bosque Puji, entre un niño humano y un hada.

Xie Lian regresa de una aldea cercana cuando cae al suelo en el límite del bosque, justo fuera de las fronteras improvisadas —un muro impenetrable hecho de espinas de tamaño natural, una visión bastante aterradora para cualquiera que lo contemple— que había construido para mantener a los humanos fuera de esos terrenos sagrados. Lleva una capa oscura con capucha para ocultar sus dos horribles cuernos y un bastón mágico en la mano derecha, que emana energía oscura y resentida en forma de humo verde lima.

Y, aun así, el bastón resulta ser un apoyo insuficiente, porque Xie Lian sigue derrumbándose en el suelo, aullando de dolor, desplomándose mientras sensaciones fantasmales recorren su espalda y posan sus dedos donde más le duele.

Bordes dentados y ensangrentados, donde sus alas sagradas le fueron insoportablemente arrancadas.

Estos episodios no ocurren a menudo, pero sí lo suficiente como para que Mu Qing le diga que debe dejar de salir del bosque por capricho y permanecer dentro de los límites protectores de Puji. Pero siempre hay algo que hacer, un hada herida a la que curar, una criatura mágica varada fuera del bosque que necesita su ayuda. Xie Lian sale del bosque cada semana, sobre dos piernas que cojean a cada paso que da, sobre unas piernas que nunca han sabido sostener un cuerpo sin alas que ahora apenas pesa nada.

Xie Lian se desploma en el suelo, su visión se nubla y, durante un buen momento, pierde el sentido.

Vuelve en sí cuando escucha, muy débilmente, a través de unos oídos que no dejan de pitar, la caída de una cesta de madera desde muy lejos, y la voz tan dulce y suave de un chico humano que pregunta por él.

—¿Te encuentras bien?

Xie Lian levanta la cabeza, con las pocas fuerzas que puede reunir, y sólo ve un tono azabache. Negro puro como la noche. Por un segundo entra en pánico. Su respiración se acelera. Su corazón se detiene. Porque sólo ha visto ese color negro fundido en su vida, y sólo le ha provocado terror, dolor, angustia y una traición desgarradora, de la que está seguro nunca se recuperará. Sus alas ausentes, un testimonio de la confianza y la fe que nunca debería haber entregado, entre otras muchas cosas.

Así que, su primer instinto es sisear con puro veneno: "¡Piérdete!", y rezar para que el joven que ha encontrado a este grotesco y feo dedespojo lo deje en paz y lo abandone a su suerte.

No es que vaya a morir. Apenas puede morir, y tal vez eso sea una maldición en sí misma. Inmortalidad. Con el mayor poder a sus pies, sólo para poder vivir mil vidas soportando el enorme peso de lo que significa no volver a alzar el vuelo en esta vida. No perecerá tan fácilmente, solo se desvanecerá, hasta que, al final, no sea nada en un cuerpo que se empeña en permanecer en la Tierra.

Pero no le abandona.

El chico, oh, tan fuerte e intrínsecamente bondadoso, deja atrás toda noción de autoconservación y baja las rodillas hasta el suelo para enganchar los brazos alrededor de Xie Lian y lo carga sobre su espalda.

—Estás loco.— gruñe Xie Lian, sin molestarse en parecer humano. Cuanto más miedo da, más rápido lo rechazan estos humanos.

—Bájame o te arrepentirás, chico tonto.

El chico humano permanece imperturbable. En su lugar habla con firmeza y ternura, con el cabello ondeando bajo la ligera brisa.

—No puedo. Estás gravemente herido, y sangrando a través de tus ropas.

Ah... Parece que sí. A menudo, cuando Xie Lian tiene estos ataques, sangre fresca se filtra desde donde sus alas fueron arrancadas. Ha lavado esta capa más veces de las que puede contar. Seguro que Mu Qing volverá a decir algo al respecto.

Me amarás de inmediato (como lo hiciste una vez en un sueño) -HuaLian-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora