𝓢𝓾𝓻𝓿𝓲𝓸𝓻𝓼 | ❛ A veces, el amor duele más que el fin del mundo. ❜
𝗖𝗹𝗮𝗶𝗿𝗲 𝗛𝗮𝗿𝗿𝗶𝗻𝗴𝘁𝗼𝗻 y 𝗕𝗲𝗻𝗷𝗮𝗺𝗶𝗻 𝗣𝗮𝗿𝗶𝘀𝗵, la pareja más popular de la secundaria en Ohio, han pasado de proclamar su amor a los cuatro vientos a enfrent...
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—¿Qué pasaría si fuéramos atacados por alienígenas?
—No digas tonterías.
—Justo tú me dices eso... La fanática de la ciencia ficción.
—Precisamente, me das miedo.
—Entonces, ¿de verdad crees que podrían invadirnos?
—Cariño, en este mundo, cualquier cosa puede pasar.
—Bueno, no importa lo que venga, yo estaré aquí para cuidarte, Claire Harrington.
—Como digas.
—¿En serio no me crees?
Lo miró fijamente, con una mueca suave y una sonrisa apenas visible, dejando que las palabras se deslizaran despacio.
—Benjamin Parish... confío en ti con mi vida.
Ben arqueó una ceja, fingiendo ofensa.
—Ese tono suena demasiado a sarcasmo.
Empecé a caminar cada vez más rápido, con la esperanza de que Ben no lograra alcanzarme. Sentía su risa detrás de mí, acercándose, y aunque quería correr, me contuve, sabiendo que era cuestión de segundos antes de que él diera ese paso más. Y, como siempre, él llegó justo a tiempo. Sin que me lo esperara, me tomó por la cintura y me alzó en el aire, haciéndome reír mientras mis pies dejaban de tocar el suelo.
No podía dejar de reír, y él tampoco. Las miradas de la gente, el ruido a nuestro alrededor, incluso el suave viento que movía los árboles del parque, todo se desvaneció. En ese instante, éramos solo nosotros, juntos, en nuestro propio mundo, cerca del lago, envueltos en esa mezcla de risas y complicidad.
Mientras me sostenía, aquella pregunta seguía rondando en mi mente: ¿Y si un día nos atacaran? ¿Si en verdad los alienígenas llegaran a invadirnos? Era una idea que no consideraba del todo imposible, pero tampoco me parecía probable... como si existiera en ese limbo de cosas que podrían pasar, pero que uno preferiría ignorar.
Antes de que pudiera darme cuenta, Ben me dejó caer suavemente sobre el césped, tumbándome sobre la suave hierba del parque. Se inclinó hacia mí y, sin decir nada, me dio un beso breve, seguido de otro, y otro. Luego, con una mirada seria, apenas levantó la vista, murmuró algo que me hizo sonreír.
—¿Entonces... Crees que de verdad nos podrían atacar?
—¿Tienes miedo, no?
—¿Yo? Jamás.
Alcé las cejas con obviedad, y él, agachó la cabeza, sus ojos mirando hacia el suelo, claramente nervioso al ser descubierto.
—¿Me extrañarías si fuera abducido por los alienígenas?
Una risa escapó por mis labios, y negué con la cabeza, disfrutando del momento.
—Te devolverían enseguida, no me darían tiempo de extrañarte.