Buenas tardes o buenas noches, dependiendo el horario en el que estén leyendo esto. Soy María y es de agrado para mí poder narrarles una de mis historias a alumnos de esta institución.
La historia que voy a contarles aconteció ya hace poco más de cuatro décadas y es quizás similar a la de tantas madres que pasamos por un momento tan difícil en nuestras vidas.
Por aquella época mi familia estaba conformada por mi marido Roberto, Locutor de una radio conocida de mi ciudad, mi pequeño adolecentes Juan de doce años, a punto de terminar el primario y yo. Fuimos una feliz familia de la capital Santiagueña, vivíamos sin lujos, pero podíamos permitirnos nuestros gustos y teníamos todo planeado para que nuestro hijo pueda cumplir el sueño de estudiar la carrera que amaba. Pero esto se vio truncado por cambios que ocurrieron en nuestro país y que afectaron a millones de personas.
Un cambio forzoso de gobierno que cambio por completo nuestras vidas, cambios de horario, represión, supuesto orden, falta de libertad y muchas cosas más, esto es solo un poco de lo que se avecinaba.
Todavía recuerdo ese frío 4 de abril, a pocos días de que haya comenzado la dictadura y por culpa de quitar la libertad de expresión persiguieron a mi marido, el cuál fue uno de los cientos de comunicadores desaparecidos, no volvió más a casa y aunque fue difícil aceptarlo, sabíamos lo que había pasado. Fue muy difícil poder seguir con mi hijo, más siendo madre soltera en esa época en la que una mujer prácticamente no tenía derechos. Tuvimos que pelearla con mi hijo y pudimos sobrellevar a base de lucha y esfuerzo, tuve que aguantar cosas que no les deseo a nadie y que ojalá no vuelvan a suceder.
Apenas seis años pasaron de esto, creí que ya lo habíamos superado, cuando por televisión nos enteramos de que una guerra se aproximaba y mi pequeño cargado de sueños recién había empezado a estudiar medicina, fue arrancando de mi casa, joven y sin experiencia lo obligaron a entrar al servicio militar, fue enviado a combatir, pase noches sin dormir con angustia que no cesaba, después de un tiempo la guerra termino y yo esperaba que el regresara, ahora, después de cuarenta años aún lo sigo esperando, recuerdo si último abrazo como si fuera ayer, es imposible quitar todos los recuerdos de mi mente y jamás logré llegar el vacío que dejaron en mi vida.
Solo pude seguir por cosas del destino, luchando con muchas madres por encontrar a nuestros hijos, casa vez que sabía de la aparición de un combatiente rogaba por qué sea el, pero eso nunca llegó y aún así sigo luchando junto a las madres de mayo.
Un año después ese gobierno fue derrocado y pudimos ser libres otra vez, recuperamos derechos que se nos habían arrebatado, la democracia nos devolvió un poquito de vida. La armonía volvió a la sociedad y pudimos hasta ahora cambiar nuestra manera de vivir.
La manera de vivir que tenemos ahora en esa época era imposible de imaginar, agradezco a Dios por haber pasado cuarenta años así, libre y con voz para poder expresarme, a mis 72 años solo les deseo que no pasen por lo que nosotros pasamos y que, nuestros escritos sean ejemplo para ustedes de el escenario al que no tienen que volver.
Hoy, en el ocaso de mi vida puedo escribirles esto, aceptando que mi hijo no volverá y que tal vez estuvo desde algún lugar siempre acompañándome y dándome fuerza.
Les agradezco por haberme leído y espero que esta emotiva carta sea de agrado para ustedes.
María.
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40 años de la democracia
Historical FictionHistoria ficticia de una familia en época de la dictadura