Ahora dime, amor, qué sucedió después de que te deje ir. Resulta que vuelves. Decidida a no sentir lo mismo que antes creí olvidar, cedo. Te digo realmente quien soy detrás del anonimato y volvemos a hablar.
Es como antes, ¿lo es?
Había risas, había bromas, había cosas agridulces y me sentí bien al igual que tú. Te di otra oportunidad, prometiéndome que sería la última. ¿Qué saldría mal? Dijiste que dejaste de hablarme porque me darías espacio para que mis sentimientos se fueran, hiciste algo que sin duda no consultaste conmigo, pensaste en mí, pero más en ti. Me reí, pero por dentro solo recordé en como me sentía en ese época en la que me dejaste. Creíste que sería lo mejor para los dos, te perdoné, porque no sabías que íbamos a la misma escuela y que realmente nos topabamos detrás de todo ese telón que habíamos creado.
Habían miradas inocentes, aquel amor marchito que volvía a nacer detrás de esa fachada de amistad y mentiras que no se ocultaban bien como deseábamos.
¿Quién fue el primero?
Podría haber sido cualquiera, pero ¿Quién cayó más fuerte? Posiblemente sepas la respuesta y yo también, pero dejemoslo como un secreto entre los dos.
No éramos una pajera, pero nos conocíamos lo suficiente para saber todo sobre nosotros y aparentar lo imposible. En mi mundo de rosa todo estaba yendo demasiado bien. Hasta que tú dijiste que me amabas, que de alguna manera evitaste sentir algo por mí, pero había sido demasiado tarde y que te sentías muy arrepentido por haberme rechazado aquella vez.
Te sentiste de la misma manera en la que yo me sentí en ese entonces y no temiste a hacerlo ver, de la misma forma que yo. Aquellos sentimientos, que suprimí y escondí por nuestro bien, salieron a la luz y lo peor de todo no fue que haya sido mutuo, sino que no lo pensé bien.
De la noche a la mañana la situación entre nosotros, el concepto de nuestra amistad se transformó en algo mucho más allá y a ambos nos encantó. Sin embargo, todo lucía igual y sinceramente se sentía igual. Maravilloso e increíble.
Bailes, muchas más risas, diversión, amor, conversaciones hasta la madrugada, tú mano y la mía y tantas cosas que sinceramente me perdería en ellas hasta quedarme dormida y seguir contándolas desde ahí mismo.
Mis padres te amaron, no creyeron que me había enamorado de alguien como tú, porque simplemente eras diferente a mí y aun así funcionó. Solo me deleitaba ver como te llevaste tan bien con todos ellos, las bromas que hacían y lo cómodo que te sentías con mis hermanos.
Escuchábamos canciones que le gustaban al otro y tú decifrabas el mismo mensaje que yo; me mandabas audio contándome historias o cuentos que encontrabas, narrando maravillosamente cada detalle y fingiendo las voces; te llevaste fenomenal con mis amigos.
Te amo. Me enamoré cada vez de ti, me perdí en ese sentimiento cegador, me consumió de una manera especial y no sabía lo que sucedía.
Hasta qué...
No sé cómo, qué, cuándo, ni por qué... pasó.
No puedo.
Esas dos palabras por un momento atravesaron mi mente y dejé que estuvieran ahí por un largo tiempo sin entenderme.
Luz más brillante, perdón.
Llego un punto en que no confíe en nosotros y para nada fue tu culpa, sino la mía. No estaba bien seguir, pero no puse ninguna objeción. Lo siento tanto. No pensé en lo que causaría, pero no pude.
Decirte me parecía un camino apresurado y con consecuencias devastadoras. No quería herirte, no quería...
Toda esa situación pudo haber terminado si yo quería, el problema es que no quise y tampoco quise volver a planteármelo.
Fui una egoísta, quise atribuirme tu felicidad a toda costa. ¿Qué fue? ¿Por qué lo hice de esa manera?
Podrías gritarme tantas veces aquella pregunta, pero mi respuesta será siempre un: No sé. Ódiame, dime todo lo que pienses de mí, pero jamás lo guardes, no lo hagas.
Detestame por no ser lo suficientemente valiente para afrontarlo, cuando siempre presumía que era honesta, pero en momentos en los que herirte se interpone, no puedo.
Lo siento, siento lo que hacerte signifique las consecuencias de mis errores y que dañarte jamás estuvo planeado.
Perdón.
A veces me siento cansada,
sin ánimo, con sueño sin siquiera sentirme adormilada,
es más como aburrimiento
que sencillamente no me adormece por completo.
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¿Podremos ser de nuevo lo que siempre quisimos?
Short StoryA veces lo que queremos es solo entendernos a nosotros mismos con temor a no herir a las personas que queremos, porque algunas veces sucede sin que esa sea nuestra intención. Historia corta. "Notita" Realmente no te toma tanto tiempo leerla, puse t...