Danielle se dirigía corriendo hacia la florería más cercana. Estaba llendo a ver su linda futura Omega, y quería comprarle un ramo de rosas como siempre lo hacía.
Termino comprando un ramo grande de las flore más bonitas que pudo encontrar y un peluche de oso, luego se dirigió al trabajo de Haerin.
Kang tenía un pequeño trabajo como costurera, pues debía ayudar a su madre con algunos gastos. Le daban 2 descansos al día, los cuales duraban aproximadamente media hora, y en esos minutos Marsh siempre la iba a ver.
Al llegar vió a la chica de ojos gatunos sentada sola en una banca mientras comía, por lo que fue hacia donde estaba para poder entregarle lo que le había comprado.
– ¡Linda Kang! –gritó haciendo que la Omega diera un pequeño saltó por el susto.
– Creí que hoy no ibas a venir, Marsh.
– ¿Cómo vas a pensar eso? Yo siempre voy a venir a verte, porque eres mi amada Omega.
Haerin volteó los ojos y dió un suspiro pesado.
– ¿Cuántas veces te tengo que decir que no soy tu Omega?
– Todavía no, pero lo serás en un futuro. Y te tendremos una lin-
– ¡No!–puso su mano en la boca de Danielle haciendo que guardara silencio
– No soy tu Omega y nunca lo seré, tampoco tendremos una cachorra que se llame Hye.–No, ese es el apodo.
– El punto es que nunca pasará, Danielle.
La Alfa como respuesta solo sonrió con cinismo. Ella tenía 17 años y Haerin 18, apenas eran unas adolescentes, y ninguna sabía lo que pasaría en el futuro.
Pero Danielle sabia con seguridad que aquella linda castaña sería la persona con la que pasaría el resto de su vida.
Ese pensamiento era muy loco.
– Eso ya lo veremos Rinnie.
Le extendió los regalos que todavía tenía agarrados. Haerin se sorprendió un poco por el detalle, al mismo tiempos un pequeño sonrojo atacó sus mejillas, debía admitir que Danielle era un amor de persona.
– ¿Muchas gracias? –recibió las bellas rosas rojas y el pequeño peluche, y por primera vez en todo este tiempos, la alfa pudo ver la linda faceta de Kang, pues la pelinegra mostraba una bonita sonrisa.
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Danielle se encontraba dirigiéndose al trabajo de Haerin en su bicicleta. Ese día le iba a regalar una carta que había escrito ella misma la noche anterior.
Cuando llegó no encontró a nadie cerca del lugar, lo que se le hizo extraño pues la castaña siempre se encontraba por esa área en su tiempo de descanso.
Con algo de extrañeza fue hacia la tienda donde la Omega trabajaba para preguntar donde estaba.
– Disculpe, ¿Sabe dónde puedo encontrar a Kang Hae-rin–le preguntó a la jefa de la mencionada.
– Oh, Haerin no asistió hoy a trabajar. Me comentó por llamada que había amanecido con un resfriado.
Danielle asintió con la cabeza mientras agradecía y daba una pequeña reverencia. Salió de el lugar y se subió a su bicicleta nuevamente.
Iría a la casa de Haerin para ver cómo estaba y poder entregarle la carta. No sin antes comprar algunas ricas galletas para que su Omega se sintiera mejor.
Sabía la dirección pues una vez había acompañado a Kang cuando salía de su trabajo en la noche.
Estacionó su bicicleta en la entrada de la vivienda y fue a tocar rápidamente. Pasaron varios minutos para que la puerta fuera abierta.
Una Omega con cabello desordenado, mariz roja y pijama de gatos se encontraba dentro de la casa.
– ¿Qué haces aquí Danielle?
Su voz terminaba de confirmar que efectivamente, Haerin estaba enferma.
– Oh, vine a ver como te encontrabas pues tú jefa me comentó que estabas resfriada.–respondió mientras le daba la caja de galletas que le había comprado.
– Bueno, gracias por preocuparte por mi.
Le regaló una sonrisa tierna mientras agarraba el obsequio.
– Y también te hice esto.–le extendió la carta a la mayor, la cual agarró el detalle rápidamente.–Cuando regreses a trabajar me dices que te pareció. Ahora ya tengo que irme.
Besó rápidamente la mejilla de la castaña y fue corriendo a por su bicicleta para irse rápido de ahí.
Haerin solo rió por tal escena. Se metió a su hogar, cerró con seguro y se dirigió a su habitación.
Al entrar fue directamente hacia su cama y se acostó boca arriba para poder leer lo que Danielle le había escrito. Abrió el bonito sobre color rosado y saco la hoja que tenía dentro para comenzar a leerla.
Mientras más leía, su bella sonrisa se hacía más grande. Tanto era su felicidad que se le había olvidado que se sentía mal por su resfriado.
"Te puedo yo jurar, ante un altar, mi amor sincero A todo el mundo le puedes contar que sí te quiero"
Fanfic By Yjsspou
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Contigo | Daerin
FanfictionHaerin nunca pensó en que llegaría a extrañar las insistencias de Marsh. Two Shot. Romance y Sad/Angst. Omegaverse. Todos los creditos de esta historia a @Yjsspou