Cita a ciegas

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Conocer a alguien nuevo siempre resulta complicado, entre no saber lo que se espera y temer lo peor...es algo que, a Alice, mi mejor amiga le gusta vivir, no la juzgo a pesar de que en ocasiones cuestiono su método de ligar, es simplemente... curiosidad.

Alice se coloca en la barra de la cafetería, mientras yo me coloco en la mesa más cercana a la ventana, se supone que Alice esta por conocer a un chico encantador, atleta, amante de los animales (especialmente los perros), le gusta pasar tiempo de calidad con su madre, viajar y se dedica a pilotear helicópteros "privados".

«¿Cómo se supone que es?»

«Foto»

«De acuerdo»

Como siempre se encuentra nerviosa y no es para menos, podría ser que en cualquiera de estas citas encuentre a un loco maniático o enfermo mental, pero Alice solo puede ver la bondad de la gente, solo la parte buena, porque si solo vemos la negatividad de la gente sería ver la realidad sin fantasía y honestamente, no sé qué es lo mejor de ambas partes.

«¿Lo ves por algún lado»

«Aún no»

«De acuerdo»

«Espera, viene llegando un tipo como el de la foto en un auto gris»

«Es él... es él...»

«No lo sé, se está estacionando»

«¿Si es él?»

«Sip»

La gente suele ser taaaaaaaaaaaaan predecible, especialmente estas citas a ciegas, Alice tiene por descripción que le gustan los detalles en las primeras citas y al verlo manosear el asiento estoy segura que se trata de un ramo de flores, específicamente pueden ser rosas, porque son románticas, posiblemente girasoles porque quiere lucir esplendido o en caso de haber entrado en el perfil de Alice, traerá dimofortecas mejor conocidas como margaritas africanas.

«¿Trae algo?»

«Si»

«¿Qué es?»

«Pronto lo descubrirás»

La campana de la puerta se escucha y veo la reacción de Alice al escuchar ese sonido, sabe que se trata de él y la veo como se limpia el sudor de las manos en su pantalón.

Apostaría un millón de pesos a que Alice se levantará dirá hey, él sonreirá y le mostrará el ramo de dimorfotecas de variados colores, le preguntará si lleva mucho tiempo esperando y ella negará a pesar de que lleva poco más de media hora porque estaba nerviosa por vivir el momento.

Y en efecto, es lo que sucede, Alice huele las flores a pesar de que no tienen un olor diferente al de una planta, las deja en la silla de al lado y comienzan a conversar, ella niega por un momento y los veo sonreír.

He visto las mismas acciones más de nueve veces, aunque algunos hombres resultan ser diferentes normalmente siempre buscan lo mismo.

Sexo

Su conversación avanza y nuevamente me ofrecen un café, acepto para no tener que abandonar el local, veo como aquel tipo posa su mano en la rodilla descubierta de Alice, ella aparta la mano y él parece pedir una disculpa, vuelve a ordenar algo y mi frappuccino llega por tercera ocasión a la mesa. Observo con atención y ahora toma su mano.

Que idiota.

Continúo poniendo atención a los movimientos y acciones de ambos, parece más relajada, pero eso no significa que se sienta en confianza, así que no pienso moverme de aquí, finjo leer mi libro y continúo observando. Por alguna razón en todo este rato no ha entrado mucha gente al local, solo estamos por mucho, ocho personas sin incluir al personal claro.

El bicho del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora