Prólogo

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Osaka, Japón.

23:00 pm

Las innumerables estrellas esparcidas por el manto negro del cielo, eran opacadas por la brillantes luces que proyectaba la tercera ciudad más grande de Japón. A pesar de que el sol se había marchado hace ya unas horas, la bulliciosa ciudad seguía aún en movimiento, específicamente un gran grupo de gente se concretaba en un mismo lugar. Había sido una noche muy animada, personas vestidas con fabulosas galas salían satisfechas del auditorio, en dirección a sus hogares mientras esquivaban a la insistente prensa. A pesar del ruido ensordecedor de la gente, se respiraba un ambiente de tranquilidad y diversión, parecía que nada podía perturbar aquel alegre recuerdo. De repente, el sonido de unas ambulancias y coches policiales sobresalieron por encima de todos los sonidos. Los espectadores del momento observaron como aquellos vehículos pasaban a toda velocidad por la carretera, intentando abrirse camino por el tráfico que se había formado en cuestión de minutos. No obstantes, los vehículos de servicios no eran los únicos que intentaban pasar desesperadamente por la concentración de gente. Una mujer alta, rubia y de ojos castaños miraba con frustración por la ventana, a la vez que le ordenaba inútilmente al chofer de la limosina que fuera más rápido. Tsunade, la presidenta de una de las empresas de entretenimiento más exitosas de Japón, Konoha-music, sentía que los nervios la mataban poco a poco. Toda aquella situación tan repentina la inquieto, no entendía lo que sucedía, pero tenía un mal presentimiento y ,a pesar de su ateísmo, rezaba a todos los dioses del mundo para que sus sospechas no fueran ciertas. A su lado, el vicepresidente Jiraiya intentaba calmarla por todos los medios. De pronto, ambos adultos vislumbraron como, un poco más a delante, de un lujoso coche salían apresuradamente cinco chicos, los cuales ellos conocían muy bien. "Mierda" Pensó la presidenta al ver a aquellos chicos correr como si no hubiera un mañana. Fue la detonación perfecta que hizo que ella misma saliera del coche para dirigirse, corriendo, a la causa de toda esta situación. Mientras corría, miles de pensamientos pasaron por su mente con la intención de no dejarla en paz. "¿Qué ocurre? Por favor, que no sea lo que estoy pensando. Por favor, por favor, que estén bien." Inmediatamente después, la imagen del mensaje que recibió horas antes se hizo presente, lo que ocasionó que la rubia se lamentara a más no poder. Los pies adoloridos de la presidenta frenaron en seco al observar la espantosa escena que tenía en frente. Sintió como sus piernas temblaron cuando reconoció la limusina negra que yacía casi destrozada en un tramo de carretera. La deteriorada carrocería y el denso humo que salía de él hizo que, por un momento, Tsunade aguantará la respiración. Lo perdió completamente cuando alcanzó a ver una mancha de sangre en el agrietado cristal del automóvil. Por primera vez en su vida, ella había acertado en algo, para su desgracia sus sospechas se hicieron realidad.

- Chicas....- 

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