Capitulo 1: "Entre sombras de un pasado"

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Ahí lo tenía. Ya no había duda. Cada noche le pedía a Dios que me diera la prueba necesaria para poder alejarme de él, una prueba irrefutable, que yo pueda ver con mis propios ojos para asi no tener una excusa para engañarme a mi misma y caer de nuevo en sus mentiras. Y ahí la tenía, delante de mí, no había forma de dudarlo mientras veía como el cenaba con ella en mi restaurante favorito, en como el susurraba en su oído las cosas que a mi nunca me dijo, no lo escuchaba, pero estaba segura de que le decía lo hermosa que se veía, ella sonreía como la mujer mas feliz, encantada con toda la atención que él le brindaba, la misma atención que a mí nunca me proporcionó.

Presencié cómo mi mundo se desmoronaba lentamente. Cada advertencia que la gente me daba sobre alejarme de Oliver cobraba sentido. Cada lágrima derramada en la oscuridad de la noche me hacía sentir pequeña, insignificante. Recordaba cada momento en el que sospechaba que algo más estaba ocurriendo, pero me negaba a aceptarlo por miedo a perderlo. Todo era mi culpa; había permitido que todo esto sucediera. No sabía a quién odiaba más, si a él o a mí misma.

-Estarás bien, estoy contigo- había perdido completamente la noción de que estaba sentada en el auto con mi mejor amiga. Victoria tenia tanto coraje en su mirada, sabia que a ella le dolía el saber cómo yo me sentía, porque ella misma la había vivido. -vámonos, no necesitas ver más- sugirió compasiva

-No- mi voz salió casi inaudible

-Te estas haciendo más daño Mer- ella lo entendía, pero al mismo tiempo no, yo sentía tanta ira, tanto dolor, tantas emociones abrumándome que no podía expresarlas, me ahogaba en este mar incontrolable - ¿Que necesitas hacer? - ahí estaba la razón por la que esta mujer era mi igual en la vida, me conocía demasiado para saber que no podía simplemente irme

-Quemarlo todo- abrí la puerta del auto de golpe, mientras limpiaba algunas lágrimas que habían escapado, me dirigía completamente segura a enfrentarlo, no tenía miedo, quería que viera el odio en mi mirada y mientras lo hiciera no dejaría escapar ninguna lagrima.

No podía apartar la mirada mientras caminaba a la entrada del restaurante, lo veía todo tan lento, y ahí exploto todo cuando vi como metía su mano debajo de su vestido, algo que siempre hacia conmigo, sabia lo mucho que le excitaban esa clase de juegos, mis rodillas flaquearon y toda la convicción que sentí al inicio empezaba a resquebrarse para dar paso a la niña pequeña que tenia dentro. Pero no, lo haría, carajo, me lo debía a mi misma, necesitaba que el sintiera, aunque sea un poco vergüenza, retome decidida el paso hacia la entrada, cuando choque con algo enorme, ¿acaso era Dios evitando mi estupidez?

-No soy Dios y no planeo evitar nada- era demasiado alto, quizás un metro con noventa y dos, tenia el cabello completamente negro y bien peinado, sus ojos eran de un verde aceituna, su mandíbula bien marcada y su cuerpo cubierto de un esmoquin solo demostraban dos cosas, el buen cuerpo que poseía y la elegancia que desprendía. La vida lo puso en mi camino.

-Te necesito- ni siquiera era capaz de acomodar las ideas en mi cabeza estaba completamente loca, ¿Por que carajo Victoria no está aquí para detenerme?

- ¿En qué podría ser yo útil? No te conozco- su voz era gruesa, pero sin llegar a sonar grotesca.

-Ese de ahí- lo señale disimuladamente con la mirada, el me la siguió - es mi novio y me está engañando con esa mujer que parece sacada de comercial de barbie.

-Sigo sin entenderte, no veo porque eso a mí me importaría-

-Finge ser mi cita- lo solté tan de golpe para evitar sonar mas tonta de lo normal - eres justo la clase de hombre que ocasionaría un golpe en su ego-

-No veo que ganaría yo en todo esto, ni te conozco - oficialmente este hombre de ojos aceituna me miraba como si fuera un bicho raro

-Yo pago la cena, te doy quinientos pesos y estoy segura de que sería una buena obra ante los ojos de Dios- necesitaba su ayuda, estaba dispuesta a pagar más, aunque con su traje tan elegante y caro seguro que la cifra máxima que podría ofrecer seria un chiste para él.

-No lo creo- se dio la media vuelta, caminando decidido al restaurante, pero se detuvo quizás lo estaba reconsiderando, quizás mis quinientos pesos fueran una tentación - adiós pelinegra- sonrió de lado mientras entraba, era un cabron, ojalá cuando este en el Purgatorio los ángeles le digan en su cara esa ocasión en que no ayudo a una dama en aprietos.

No me quedaba mas de otra que entrar y hacer un espectáculo, gritarle en su cara que yo valía la pena, que yo no era un juguete que podía desechar cuando quisiera, que él no podía elegir quererme un día y usarme al otro, que el perdió una gran persona y que yo dejaría de amarlo y cuando lo hiciera él se odiaría cada segundo por haberme perdido.

Era el momento, mientras caminaba decidida al lugar planeaba cada una de las cosas que le diría, quizás le diera una cachetada, quizás solo quizás le tiraría su estúpido vino caro en la ropa negra que siempre llevaba, como si no fuera capaz de combinar otros colores.

-Disculpe señorita, ¿tiene reservación? -

-Emmm - no podía decirle que venia a hacer un espectáculo, jamás me dejarían entrar

-Lamento decirle que sin reservación no podemos permitirle la entrada- me sonreía amablemente, todas las personas empezaron a ver hacia nosotros, no sabia que decir, no podía evitar la vergüenza que se acercaba.

-Viene conmigo- era esa voz gruesa, aunque esta vez quizás un poco más fuerte, algo autoritaria

- Claro Sr. Crawford, bienvenidos - el tomo mi mano, mientras seguíamos a la chica que nos guiaba muy amablemente a nuestra mesa - espero disfruten su cena, en un momento viene su mesero.

Nuestra mesa estaba posicionada justo a la vista de Oliver, era claro que ya me había visto, podía sentir su mirada en mi perfil, quería girar y ver su cara, ver como se contraía de la ira

-No lo hagas- sujeto mi barbilla con mucha suavidad, en un gesto que deleitaba amor- seria e muy mal gusto que mi cita este viendo a otro hombre- acaricio suavemente mi mejilla mientras se acercaba a susúrrame- y peor aun si el hombre no es mas guapo que yo- no pude evitar sonrojarme, Oliver no era feo con su metro ochenta, su tez algo morena y sus ojos avellana, era un hombre atractivo pero claro que a lado de Crawford se veía como un simple mortal sin ninguna gracia- ¿Como te llamas? -

-Meredith, pero todos me dicen Mer- carajo Victoria estaría preocupada, rápidamente le escribí un mensaje de texto diciéndole que por favor me esperara afuera- ¿y usted Sr. Crawford?

-Puedes decirme Max- era un nombre fuerte Max Crawford- bueno Meredith, ¿está lista para dar un espectáculo? - me sonrió sin ninguna vacilación.

-Si- mi susurro solo lo hizo reír como si hubiera dicho la cosa mas graciosa del mundo.

Citas y mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora