Único

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Soltó un jadeo al sentir la fría pared contra su espalda, una total contradicción con su cuerpo que se sentía a punto de arder en llamas.

El contrario llevó sus manos hasta sus muslos y lo levantó, obligándolo a enredar sus piernas alrededor de la delgada y definida cintura.

Ninguno pudo evitar soltar un gemido cuando sus partes bajas hicieron fricción casi sin querer, pero sus bocas dejaron de soltar sonidos indecentes cuando se unieron, más que en una danza, en lo que parecía ser una lucha por control. Los labios del pelirrojo se movían demandantes sobre los contrarios, recibiendo una respuesta igual de posesiva.

Mordidas, jadeos, sonidos húmedos y la fricción de las pocas prendas que llevaban puestas era lo único que se podía escuchar. Tan bajos pero tan claros en sus oídos, solamente instandolos a ir por más.

Karma arqueó su espalda cuando una de las manos del otro se posó sobre la parte delantera pantalón. Se removió incómodo, sintiendo su miembro endurecerse cada vez más.

Unos fríos dedos se deslizaron por la zona más sensible de su cuerpo y, si no conociera bien su propio cuerpo, seguramente hubiera seguido soñando.

Abrió los ojos con vergüenza, topandose con su habitación completamente iluminada por la luz que pasaba a través de la ventana.

Estaba completamente solo. ¿Cómo no lo estaría? Estaba en su casa y sus padres habían estado de viaje por más de una semana para ese entonces.

Se removió con pena sin retirar la mano de su miembro, pensando en lo incómodo que se sentiría con su novio luego de ese sueño... Y luego de lo que estaba haciendo ya consciente. Incluso había comprado lubricante y condones el día anterior, pensando que era la suficientemente confiado como para pedirle a Asano hacerlo. No había sido así; terminó por meter ambas cosas a su cajón.

Gakushū y él habían comenzado a salir hacia ya tres años, cuando iniciaron la preparatoria, pero jamás habían pasado más allá de besos y caricias. Habían dormido en la casa del otro infinidad de veces y, aún así, con todas las oportunidades del mundo, nunca habían hecho nada.

Primero tuvo la inseguridad de que a Asano no le gustará su cuerpo, luego simplemente pasó a pensar que no quería hacerlo aún. Su relación era mucho más que solo sexo, lo cuál era una buena señal, ¿cierto?

No era que Karma se quejara, había estado viviendo bien con ello; no era como si pensara mucho en eso, de todas formas. Pero hacía dos días que había visto a su novio en una competencia interescolar de volleyball y esa había sido la gota, o más bien el galón, que derramó el pequeño vaso de cordura del pelirrojo.

Iba a ser ya el fin del partido cuando el maldito peli naranja hizo lo que todos hacen —¿Era una cosa de atletas?—: Levantar su camisa para secar un poco del sudor de su frente. Eso, combinado con la mirada que Gakushū le lanzó, específicamente a él, mientras sonreía de manera burlona... había sido demasiado. Akabane casi se desmaya ahí mismo.

Estaba casi seguro de que la intención de esa mirada había sido alardear sobre su inminente victoria, pero bueno, Karma no tenía la culpa de haber estado hormonal ese día, ¿o sí? No, señor; él solo era un chico normal de dieciocho años.

Pero, joder, esa imágen no había abandonado su mente en las últimas cuarenta y ocho horas. Ni por un segundo.

Se llevó la mano izquierda a la boca cuando un gemido tembloroso salió de sus labios. Sí, tal vez no debió pensar en eso. Tal vez debía obligarse activamente a dejar de pensar en la sonrisa de Gakushū, y en su abdomen perfectamente marcado. Ni siquiera debería pensar en las pequeñas gotas de sudor que se resbalaban a lo largo de la curva de su cintura. Ni en el minúsculo inicio de lo que parecía ser una "v" bien definida en su abdomen bajo y que no pudo apreciar bien debido a la ropa.

Talking body [Asakaru OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora