𝑜𝓃𝑒

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Euijoo no recuerda cómo había pasado pero a la edad de siete años fue adoptado por una manada. No sabe exactamente lo qué pasó con la suya pero el último recuerdo que tienes es de la señora Riuh, la cual trabajaba en la cocina del comedor de la manada (que era parecido a un refugio), decirle "tu madre me pidió que cuidara de ti, pero las circunstancias no me lo permiten pequeña calabaza, así que quiero que corras con todas tus fuerzas muy lejos de aquí y así trataremos de cumplir la promesa a tu madre ¿si? recuerda que siempre te voy a querer así como tus padres lo hacían" y a medida que fue creciendo la esperanza de que su manada estuviera a salvo cayó poco a poco.

Ellos fueron atacados y su madre y la señora Riuh hicieron todo por protegerlo. Y sólo esperaba que no hubieran sufrido tanto.

Con el paso de los años más personas llegaban a la manada que lo adoptó. Así fue como conoció a Harua a los diecisiete. Era un pequeño de catorce años que estaba perdido luego de huir de su pequeña manada mientras también era atacada. Congeniaron a los quince minutos de conocerse y Euijoo de verdad agradecía el tener a alguien con quien hablar. Adoraba pasar tiempo con Harua, le gustaba escucharlo y ayudarlo en lo que podía, le gustaba el compartir los viernes de películas, reírse y comer golosinas.

Y un día sumaron una persona más al duo.

Cada ciertos meses se estaba haciendo regular el aceptar a más personas en la manada. Los ataques a pequeños grupos comenzaron a ser más frecuentes y la mayoría de las veces los padres protegen a sus hijos alejándolos de los ataques o escondiéndolos si son más pequeños, por lo tanto a veces llegaban bebés pero mayormente solían tener más niños, niñas y adolescentes rondando por ahí. Y, en una de esas tantas veces al mes, conocieron a Yuma. Tenía quince y estaba bastante lastimado, por lo que estuvo en enfermería durante unos días hasta que se recuperó. Y para Euijoo fue increíble tener a alguien más. Los primeros días cuando comenzaron a conocerse era un poco incómodo, claramente porque no existía confianza, pero al pasar las semanas, Euijoo juraba adorar a Yuma. Era dulce, divertido y molestaba por montones a Harua, cosa que no tenía contento al menor y Euijoo juraba escuchar mínimo como treinta veces al día todas las quejas que tenía el menor contra Yuma. Pero hoy en día era inseparables.

Cuando conocieron a Maki fue difícil de llegar a él. Era un pequeño de doce años que estaba muy asustado y por lo que habían escuchado el menor había llegado con su ropa y manos manchadas de sangre que pertenecía a algunas personas de su antigua manada. Había tratado de ayudar a algunos heridos pero fue imposible, razón de porque llevaba manchas de sangre. El primer mes en la manada, Maki no hablaba con nadie, muchas veces los tres lo habían visto mirando sus manos fijamente, en otras ocasiones lo vieron comiendo solo o en una esquina en la noche de películas.
Hasta que un día Euijoo lo encontró sentado debajo de un árbol mientras lloraba, rápidamente se toco los bolsillos, asegurándose y caminó en su dirección. Se sentó junto a él en silencio y le tendió el paquete de pañuelos que tenía en su bolsillo. Estuvieron muchos minutos en silencio y en una de las tantas veces que Euijoo miro a Maki se encontró con el menor ya mirándolo, vió como el castaño le regaló una pequeña sonrisa y él se la devolvió mientras acariciaba su nuca.

Jamás hablaron de lo que vivió el menor, pero para ellos estaba bien. Y desde ese día Maki se unió al trío, ahora siendo un cuarteto. Euijoo pasaba sus días viendo como Yuma y Maki molestaban a Harua, veía cómo este se acercaba sentándose junto a él, acurrucándose, siempre quejándose de los dos y Euijoo cada vez que la situación se repetía pensaba en lo tan bebé que podía ser Harua. Y el juraba que mientras más pasaban los años, más quería a las tres personas que llegaron tan inesperadamente a su vida. Y muchas veces pensaba que estaba teniendo la mejor vida posible.

A excepción de ahora.

Después de tantos años, su manada había sido atacada. El líder les había ordenado huir tan pronto como los vió aún bagando entre las casas en llamas, Euijoo jamás pensó que volvería a escuchar "tienen que correr lejos de aquí, no importa lo que pase con nosotros, ni con los viejos de la manada, aléjense y busquen donde estar a salvo. ustedes son lo primordial ahora ¿si Euijoo? cuida a los chicos y cuídate, tu los guías ahora. Fue un placer tenerte en la manada, siempre los recordaré y querré como mis propios pequeños. Nos volveremos a encontrar ¿esta bien? esto no es un adiós, es un hasta luego". Y él jura haber llorado por horas luego de que encontraran un refugio en una tienda de convivencia que estaba junto a un edificio abandonado y esas palabras volvieran a golpearlo.

war love | NICHOJOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora