Las tenues y cálidas luces del lugar empezaron a mitigarse poco a poco captando la atención de los presentes, el show estaba por comenzar.
Los hombres se lanzaban miradas cómplices y se acomodaban en sus asientos, abriendo las piernas y alzando el pecho, no se molestaban en ocultar su primitivo comportamiento y sus sucios deseos; en ese lugar no había por qué guardar las apariencias, su dinero los protegía y les daba el derecho de actuar a su antojo.
Las pocas mujeres presentes entre el público no eran más que un adorno que podía compararse con el fino mobiliario y decoración del lugar; ataviadas en hermosos vestidos de seda y volantes vaporosos qué las hacían ver incluso más etéreas e inhumanas, plumas y joyas casi tan bellas como sus miradas; sus ojos hablaban por ellas cuando sus palabras estaban limitadas por los hombres con los que estaban. Muchas solo estarían presentes esa noche que perfectamente podría ser la última. Pero no sabrían su destino hasta después del espectáculo.
Entonces, una luz se enciende en la oscuridad.
El reluciente lomo de un piano de cola brilla como un primer personaje en escena, a diferencia de su maestro quien, a pesar de usar un elegante traje que no es para nada barato y mucho menos común, oculta su rostro tras el ala de su sombrero de terciopelo negro, suave y limpio sin pelusas ni arrugas, contrasta con el perfecto rubio de sus cabellos y el pequeño brillo de sus anteojos que solo los asistentes en las mesas de primera fila alcanzan a divisar bajo el sombrero, es como ver una única estrella entre la neblina.
La música comienza, no hay ninguna duda ni temblor en las manos enguantadas del músico, es como si las teclas y sus dedos bailaran en sincronía para crear una bella pieza, pero más que eso, es seductora. La sensualidad es lo que los tiene a todos aquí reunidos que se encarna en terciopelo y esmeraldas.
¡Al fin! En medio del resplandor se abre el telón rojo así como si se abriera el paraíso y con eso, la llegada de un ángel...o un demonio.
Sus movimientos son lentos y sensuales, sumado a su penetrante mirada verdosa es como admirar a un felino; pero no a un pequeño gatito como los de casa, no, es una pantera. Segura y orgullosa de sí misma, tan peculiar y encantadora que olvidas que puede matarte.
Y su voz ¡oh, su voz! es la verdadera joya de la corona, no por nada esos hombres habían gastado tanto dinero en ese lugar. Podrían estar en cualquier sitio pero eligen acudir a escuchar el canto de esta bella sirena.
Están en sus dominios así que toma el control. Levanta un poco su vestido y tira al suelo la bufanda de plumas que cubría sus hombros y parte de su pecho. Cuando está a punto de dejar a la vista sus piernas, suelta el vestido y lanza un beso al aire mientras canta cuánto desea que un hombre llegue y la tome.
Esto solo emociona más a su público, un par de corbatas se aflojan y varios labios se mojan, están embelesados con la criatura frente a ellos.
Si supieran, que esas bellas esmeraldas solo están brillando para alguien especial.
El único que permanece sobrio, el único que tiene un poder real y no solo una vacía pila de billetes. No necesita hacer muestra pública de su deseo ¿por qué lo haría? Hay mejores formas de mostrar que algo es tuyo.
La canción continuó igual que una verdadera velada sexual, con el ritmo subiendo y bajando listo para llegar al éxtasis.
El músico seguía estoico, firme en su posición mientras qué la belleza se exponía ante todos, sentada en el piano, arqueando su espalda para llegar al final.
Pero esa explosión de placer se da a oscuras, dejando a todos jadeando y poco después, los aplausos se abren paso entre la penumbra para ser el nuevo brillo qué cae en el escenario y la cortina con la que el hombre sobrio se escabulle tras bambalinas.
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The showgirl
RandomNo todo lo que brilla es oro, y no todo lo que es glamouroso es, en escencia hermoso.