Comenzaban las clases nuevamente, en el Instituto FKJ, después de una larga temporada de vacaciones. Todos los estudiantes estaban deprimidos por su regreso a clases, porque además de que iban a tener muchas tareas y proyectos nuevos que hacer, el nuevo uniforme era un asco; simple y plano.
Todos los estudiantes entraron el aula cansados y cabizbajos, mientras veían las mismas paredes pintadas de blanco y verde que les traían tanta frustración.
—Odio esta camisa —suspiró Paris.
—Yo también, el color está horrible —replicó Stacy.
—Eso no es lo peor. Lo peor es el salón. Parece un chiquero —protestó Luna.
・・・
Denyer, Camille y Sarah estaban discutiendo de lo mismo en la otra esquina del salón. Se veían bastante asqueadas.
—¡Solo miren como me queda esta camisa! Sin duda el color del año pasado era mejor, ew —dijo Sarah.
—No tiene forma. Parecemos unas tostadoras —añadió Camille.
Denyer brincó y parecía entusiasmada.
—¡Hey! ¡Ese debería ser el nombre de nuestro grupo! —soltó de repente con emoción.
Las demás la vieron con confusión, pero cada vez parecían más de acuerdo.
De la nada, Stacy salió de la alcantarilla y dijo que estaba completamente de acuerdo.
Paris escuchó todo, y dijo que parecían una retrasadas. (Y en efecto, lo eran)Estaban bastante concentradas discutiendo, hasta que llegaron Susan y Samantha, (que habían llegado tarde) bastante confundidas por la situación.
—¿De qué hablan? —preguntó Samantha.
Todos pararon a mirar a Samantha, quien estaba bastante interesada, mientras que Susan estaba con audífonos y parecía no importarle nada.
—Oigan, ¿ya vieron a ese? El que está sentado hasta atrás—interumpió Susan, sacándose los auriculares, antes de que las demás pudieran responder algo.
—¿Quién? —preguntaron todas.
—¿El negro? —dijo Luna.
—Si, no hay otro —respondió Paris.
Todas lo miraron con detenimiento. Estaba sentado al final del salón. Estaba bien arreglado y perfumado, como si hubiese salido de otro lado. No parecía encajar en el lugar, parecía perdido, tal vez desorientado.
—Um, creo que lo conozco de algún lado —susurró Luna.
—¡Claro! —le respondió Stacy—. El estudiaba con nosotras, en primaria. Se llamaba César, creo.
—Ahh, cierto. Ya lo recuerdo. ¿El era bastante tranquilo, verdad? Yo solo estudié un año con él.
—¿Tranquilo? —le replicó Stacy mientras echaba una risita—. Era insoportable.
—Pues lo creo fácilmente. Después de todo, con esa cara que tiene...—rió.
—Pues sí, la verdad es que tiene cara de pocos amigos. Tal vez tiene un día oscuro —interrumpió Paris, entrometiéndose en la conversación—. Pues bien, ¿Quién va a ir a saludarle? Se le ve muy solo.
Apenas Paris dijo aquella frase, ya cada una estaba explicando el porqué no debían ni decirle "hola" a aquel tipo extraño.
Varios minutos de discusión solo terminaron llevándolas a la misma conclusión de siempre. Debían emplear la solución universal a todos los problemas y el arreglo de todas las disputas: jugar a papel, piedra o tijera.Empezaron jugaron una ronda rápida, dónde Paris, Denyer, y Sarah resultaron ganadoras. Las que quedaban eran Luna, Camille y Stacy.
Había llegado la hora de la ronda final: al final Luna había ganado, y Camille y Stacy habían perdido.
Camille se había negado rotundamente a acercarse al nuevo chico, así que Luna, para resolver el conflicto, se ofreció a hacerlo. (No perdía nada, al fin y al cabo)—Hola. ¿Que haces ahí solo? ¿Por qué no sientas más al frente? —le saludó Stacy.
—Deberias de regalarnos algunos de tus centímetros.Me refiero a tu altura, por supuesto—añadió Luna, viendo como apenas se podía sentar en los pequeños pupitres.
—¿Y ustedes son...? —respondió el chico.
—Estudiabas con nosotras, en primaria —le respondieron al unísono.
No tardaron mucho en entablar una conversación, puesto que ya se sentían en confianza y el muchacho se mostraba amable. No tuvo que pasar mucho tiempo para que las demás chicas también se sintieran en confianza y lo invitaran a unirse a su círculo social. Ya era oficial: César era parte del grupo.