Año nuevo en La Pedrera

155 14 0
                                    

Diciembre, 2023.


Habían terminado los rodajes de "La sociedad de la nieve", las grabaciones con Netflix para sus redes sociales y una veintena de entrevistas que saldrían en 2024 para distintos medios.

Por fin tenía vacaciones. 

Nunca en mis treinta años había trabajado tanto en tan poco tiempo, y no es que no fuera una persona enfocada en su oficio, pero estos últimos dos años habían demandado de mí una energía que ningún otro había requerido. 

Para celebrar y cerrar el año elegimos con un grupo pequeño de amigos alquilar una casa en La Pedrera y quedarnos durante la primer semana de enero. Queríamos la suficiente desconexión como para evitar Punta del Este (lugar que jamás me gustó demasiado por esa excesiva estética noventera, rubia y de ropa blanca, innecesariamente clasista y superficial como para un pardo como yo) pero no tanta como para caer en Cabo Polonio.

La casa elegida estaba rodeada por árboles altísimos que nos daban privacidad del mundo exterior y que convertían a la mesa que estaba junto a la barbacoa como la protagonista del jardín.

— Igual, gurises, yo quiero salir después de las doce. —dijo Marco tras enjuagarse las gotas de sudor que le corrían por la frente luego de atizar unas brasas que alumbraban la carne y las verduras que se estaban asando. 

— ¿Te parece? —dije sin mirarlo, concentrado en unos apereás que estaban en el predio.

— Y si, Enzo. Capaz sea de nuestras últimas noches tranquilas hasta dentro de un tiempo. Para mí; deberíamos aprovechar. Ir a La Negra, o al menos salir un rato a ver el amanecer en la rambla.

— Hace años no voy a un baile. Creo que no me va. —acotó Julián, que estaba sirviéndose un negroni.

— ¡Bueno, entonces solo salgamos por salir!

— Desesperado el tipo. —dijo Nico, burlón.

A pesar de nuestra aparente resistencia sabíamos que estaba sobre la mesa la idea de salir. No a bailar, porque nunca fuimos muy adeptos del hobbie, pero si a ver aquél amanecer que tan increíble se presentaba cada año.

Después de comer se hicieron velozmente las doce, nos abrazamos, un poco nos emocionamos hablando de todo lo que habíamos logrado por primera vez aquél año, y terminamos luego llorando de risa. Aquel 2024 comenzaba bien. 

Luego cada uno se duchó y vistió, a lo que yo elegí un pantalón gris algo holgado, de lino, y una camisa azul del mismo material que había usado para unos premios hace unas semanas.

La Pedrera es tan pequeña que ni siquiera se nos ocurrió usar el auto. De hecho, desde que habíamos llegado no lo habíamos usado ni una sola vez. 

Nos dirigimos a la avenida principal que por esas horas de la madrugada se convertía en peatonal y vimos una oleada de jóvenes que no sabían quiénes éramos. Mientras caminaba observando aquellos rostros alegres me preguntaba si algún día lo sabrían.

No deseaba fama, ni quería sentir caricias en mi ego, pero me preguntaba cuál sería mi legado artístico en la vida. Deseaba poder trascender con mi esfuerzo, deseaba marcar un gran hito artístico del cual sentirme orgulloso.

Pero el universo pareció no quererme tan perdido en mis ensoñaciones porque colocó a una chica en mi camino que me llevó puesto cuando iba distraído, y con quien acabamos en el suelo. Logré poner mi brazo delante para amortiguar su caída, pero el golpe seco en el pavimento se sintió más duro de lo que esperaba.

— ¡Enzo! ¡Tu primer porrazo del año! —gritó Julián.

— ¡Ay Dios! ¡Perdóname! No te vi. ¿Estás bien? —escuché decir a una voz suave.

— Más o menos —pronuncié riéndome para alivianar el ambiente.

Cuando alcé la vista sentí una pausa a mi alrededor que me dejó completamente en blanco.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Veámonos en MontevideoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora