Herrior.

1. Pikelmos

Ya...

No llores...

Desaparecer no es una opción...

Olvida...

Y mata tu otro yo...

Es tu última opción...

****

-...Pero, si yo no hice nada profesor.

Me despertaron, ¿que mierda pasó?, el mismo profesor de siempre... Me toca ir a la siguiente clase, está en medio el subnormal.

-Disculpe, ¿le importaria mover su culo de enfrente de mi sitio?- bostezo en su cara, y me mira con cara rara, a saber que piensa...

-Ya que se nota que está tan energica, ¿le parece acompañar a su compañera en el castigo?- puso otra vez una mirada rara... Lo mataré como continue.

Suspiro, tranquilidad- Comenzamos por las malas, se ve que desea que cierta foto se publique en el blog del colegio, y de paso en las redes sociales- lo miré amenazante, y él automaticamente retrocedió dos pasos- o si quiere, la podría pasar directamente a la directora, es muy maja y nos entenderemos perfectamente- me levanté del asiento, y caminé hacia él aprovechando mi altura para asustarlo- ¡bu!- salió corriendo el cagado, menudo pazguato está hecho el notas.

Me giro, y veo a la chica a la que al parecer el profesor quería "castigar" esta casi llorando mirandome.

-¿Y tú que miras?, no te basta con fastidiarme la siesta, si no que ahora también querrás algo- la miré impasible- si continuas con esta actitud llorica en lo que queda de curso te castigará un total de 136 veces, en las cuales 14 acabaran en lo que él quería, así que ¡fush!, desaparece.

Salió corriendo mientras lloraba, hermoso.

-Te pasaste, otra vez.

-El ero me despertó he intentó violarme, yo no hice nada- me giré y la miré con ojos de cachorrito- yo nunca haría algo que no fuera por una buena razón...

-¿Y la chica?

-Me despertó de mi siesta con sus lloriqueos.

-Respuesta no valida.

-Emm... ¿Intentó asesinarme con sus grititos?

-Morirás sola.

-Ya lo hice.

-Que graciosa.

-¿Verdad?

-No.

-¿Pasas?

-Al árbol.

Caminó delante mio, y aprecié su cabello castaño, con mechas rubias.

-Fuuu, ¿qué habrá de comer hoy?

-Aceitunas.

-Ja, ja, el humor no es lo tuyo.

Se giró en mi dirección y me observo con sus ojos violetas- callate Doña Máscaras- fruncí el ceño.

-Ya te dije que no me llamaras así señorita "Libertad".

-Callate biatch- dijo remarcando lo último.

-El día en el que me ganes una partida al ajedrez.

-Eso pasará cuando me ganes en reflejos.

-Ñe ñe ñe- dije haciendole burla.

-Ña ña ña, llegamos.

Observamos como siempre el gran árbol al que nos subíamos, con sus ramas majestuosas que ascendian tratando de tocar el cielo, pobladas por hermosas hojas verdes, era nuestro paraíso del escondite.