Capítulo 5

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William Wales

—¿Que preferías clavarte qué, antes de si quiera mirarme? —ella se alejó dejándome aturdido y probablemente con una erección empezando a crecer en mi pantalón.

—Vete a la mierda, Kate —ella empezó a reír y salimos de casa. Durante todo el camino no hablamos, por alguna extraña razón estaba molesto con ella.

Al llegar a la casa de la abuela, ella entró primero que yo saludando a sus padres; mi padre y abuela, al parecer no estaban tan contentos por haber llegado una hora tarde a la cena donde éramos el motivo de celebración. No tenía cara al llegar tan tarde.

—No me atreveré a preguntar el motivo de su retraso, simplemente es más que evidente —mi padre me miró de forma pícara y quería entender que mierda pasaba y por qué su enojo repentinamente cesó.

—Pensé que no te sentirías cómoda pero veo que no tengo nada de que preocuparme —le dijo Carole a Kate casi en un susurro; Kate solo rió para sonrojarse e irse con sus amigas.

—Solo diré, felicidades —mi cara de desconcierto no podía ser mayor a esa. Mike me palmeó la espalda y se alejó.

Caminé hasta Fred y Felipe quienes hablaban animadamente mientras bebían algo; me acerqué y tomé una copa del chico que las repartía, ellos me miraron y se murieron de la risa al instante. ¿Qué mierda ocurre? Los empujé para que me dijeran lo que pasaba, pero no paraban de reír.

—Con razón querías que nos fuéramos, mira nada más como llegaste... —Felipe dijo entre risas y me miré por sobre la ropa y no tenía nada.

—Límpiate, ninfómano —Fred me tiró su pañuelo y me acercó una bandeja donde podía mirar mi reflejo. Tenía el labial de Kate en la comisura de mis labios y parte de mi cuello.

—Esta hija de... —susurré para mi mismo y me limpié lo mejor que pude.

Miré a mi alrededor buscándola mientras me miraba en el reflejo de la bandeja. La visualicé mirándome con ganas de reír; la miré mal y ella solo me guiñó un ojo. Al estar limpio, me acerqué a ella de manera discreta y la tomé de la mano.

—La robaré por un segundo —le dije a mi abuela y tía quienes no paraban de sonreír.

—Querido, probablemente la tengas para toda la vida, ¿no puede esperar? —quise girar con todas mis fuerzas los ojos pero no podía, la abuela me mataría si lo hacía, solo le di una sonrisa que sabía que salió más como mueca que otra cosa. La llevé al jardín y al estar a solas la solté de la mano.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunté y ella se encogió de hombros.

—Porque querías un motivo para nuestro retraso, que mejor que eso —dijo señalando mi mejilla.

—Kate, solo no vuelvas hacerlo... —ella se cruzó de brazos y se me acercó desafiándome.

—O si no, ¿qué? —ella bajó sus brazos y con toda la furia que mi cuerpo quería drenar la tomé de la cintura de forma brusca pegándola a mi cuerpo.

—Créeme que no quieres que empecemos a jugar con esto porque claramente saldrás perdiendo —ella se rió de forma arrogante—; porque si vuelves a hacerlo, te corresponderé como hombre y no voy a detenerme por nada del mundo.

—Que empiece el juego entonces —me lanzó un beso al aire y se fue moviendo sus caderas; solo pude cerrar los ojos para maldecir. Ella siguió platicando con mi abuela y tía sin siquiera mirar, ¿Quería jugar? Pues juguemos.

Caminé hasta ella y la rodeé con mi brazo pegando mi cuerpo al de ella; no podía rechazarme, sabía perfectamente que eso sería delatarnos. Comencé a acariciarle el estomagó con mis dedos de forma sutil y delicada, ella se estremecía e intentaba detenerme poniendo su delgada mano sobre la mía pero le fue imposible porque solo consiguió que entrelazara mis dedos con los suyos.

Enemy to loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora