|| Capítulo Uno. ||

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El pequeño rubio de ojos azulados esperaba en su lugar de reunión; cerca de un gran árbol, de siempre al castaño. Mientras lo esperaba descansaba su espalda contra el gran roble, cerrando sus ojos.
El castaño era su mejor amigo, alguien con quien olvidaba todo, hasta olvidaba la diferecia de sus clases sociales.
Edgar ¿Porqué tardas tanto?–se preguntó a sí mismo.
Para fastidiarle, señorito.–contestó alguien; a quien esperaba. El rubio abrió sus ojos, encontrándose a delante de él al de ojos marrones. Desvío su mirada, tanta cercanía le incomodaba.–¿Me extrañas te?–preguntó burlesco para poder hacer enojar al mayor. Le gustaba verlo enojado, le hacia mucha gracia.
Claro que no, titán.–contestó volviéndole a mirar pero esta vez con su ceño levemente fruncido, al igual que el menor; odiaba que le dijiese Titán, que él sea menor en estatura no era su culpa. Dejando de lado su pequeño enojo tomó al castaño de la mano. Este se asombro un poco, sonrojándose un tanto.–Ven, tengo que mostrarte algo.–Comentó con aires de diversión. El castaño asintió, mostrando una sonrisa algo arrogante. El mayor comenzó a correr, dirigiendo a su amigo al lugar donde quería ir. Luego de haber corrido durante un tiempo indeterminado, pero lo suficiente para cansar al castaño, pero no al rubio. Este se asombraba de la poca actividad física que tenía, sin embargo lo dejó de lado. Ha donde le había guiado el Sakamaki era un lugar rodeado de hermosos árboles con sus hojas pintadas de colores derivados del marrón; el otoño ya comenzó. El de cabellos marrones apoyo las palmas de sus manos sobre sus rodillas, respirando agitada mente, necesitaba un descanso.
¿Ya te cansaste?–cuestionó el de ojos azulados mientras le miraba sonriendo arrogantemente.
Ca...Calla.–exigió elevando su vista hasta su contrario. Tomó una gran bocanada de aire y se recuperó.–Ahora...¿Que quieres mostrarme?–interrogó el castaño al rubio. Este no respondió, pero le extendió al oji-marrón un cadena plateada con un cuadrado algo raro. Aquella cadena la había encontrado mientras vagaba por la habitación de su madre.
Ten...–agregó el pequeño con su mirada baja. Un tanto le preocupaba que a su amigo no le gustase el "regalo" que le entregó.
El castaño sonrió inconscientemente sin despegar su mirada de la cadena. Una pregunta surcó en la menta del niño:"¿Porqué se lo había dado?".
Es un obsequio nada más...– comentó rascando la parte baja de su nuca algo averzongado.
Gracias...–agradeció mirando a los ojos a su querido amigo. Este desvío la mirada. El castaño soltó una risa divertida, se colocó la cadena y se dedicó a observar la. Mientras la miraba se puso a pensar que, tal vez, él también debería darla algo a su amigo.
Recordó ver una vez ver a dos chicos besarse porque uno de ellos le había dado algo al otro.
El Sakamaki seguía con la suyo.
Oe, yo también tengo que darte algo.–comentó. El rubio le miro, algo asombrado.
No es necesario.
Sí, sí lo es. Ahora cierra tus ojos.– ordenó al rubio, este hizo lo que le ordenó. Edgar inhaló un poco de aire y luego lo exhaló.
Esto es una idio-y antes de que Shu protesta se Edgar rápidamente pegó sus labios contra los del rubio. El "regalo de agradecimiento" no duró más de unos escasos minutos.
Ambos niños tenían sus pómulos pintados de un leve carmesí. Ninguno de los dos sabía que decir. Por alguna razón el corazón de Edgar latía de forma rápida, haciendo saltar un poco cadena sobre su pecho.
Dame otro...–pidió el rubio, asombrando por completo al castaño. No entendía porque le había pedido que lo bese otra vez, él menos. Simplemente las palabras salieron de su boca sin pensarlas.
¿Lo dices en serio?–interrogó con sus orbes marrones abiertos por el asombro. El preguntado asintió con un leve movimiento de cabeza de arriba a abajo.–E.. Esta bien.–tartamudeó el pequeño castaño. Otra vez inhaló aire, y lo exhaló. Tomó del cuello de su camisa al de ojos zafiros y lo acercó hacia él, volviendo a pegar sus labios, pero a diferencia del anterior "regalo" éste duró unos tantos minutos más. Se separaron, nuevamente.–Listo...–finalizó el niño con sus mejillas rosadas por la vergüenza, al igual que el rubio.
Los dos pequeños se quedaron con sus miradas posadas contra la contraria, sin siquiera soltar una mínima palabra.
Después los dos se fueron a sus casas, como de costumbre, pero antes de irse prometieron que se volverían a reunir.

Transcurrieron los meses y los niños seguían reuniéndose en dicho lugar. Repitiendo lo sucedido.
Edgar.–llamó el rubio a su amigo, soltándole de la mano, pues habían pasado gran tiempo tomados de las manos.
¿Sí?–el llamado volteó un tanto su rostro para ver a quien lo había llamado. Ellos se encontraban recostados contra el pasto.
Quiero pedirte algo.–comentó el oji-azul sentándose.
¿Qué?–imitó su acción.
Jamás me olvides.–dijo con voz algo baja. El castaño no entendía porque le pedía eso.
¿Porqué?–preguntó con suma curiosidad.
Sólo promete me que jamás me olvidarás.–exigió, no, más bien, rogó mirando a su contrario.
Tranquilo, lo prometo.–prometió, pero aún siguiendo con la duda. Aprovechó que el rubio desvío su mirada a otro lado para tomarle de la mano, este se asombro.–Será nuestra promesa, Idiota.–agregó burlesco el niño.
Titán.–le siguió el "chiste" mostrándole una sonrisa para luego reír.
Señorito.~–después le dio un beso en la mejilla.


"Our Promise, Idiot!" [Yuma×Shu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora