Claro que no le gustaba ese delincuente. Quizás mirándolo objetivamente era guapo, era imponente, al entrar a un lugar no podías no mirarlo. Era guapo, objetivamente hablando no era que a él le gustara.
Su humor era pésimo. Si bien había algo de su humor ácido y negro que le hacía reír. Algunas veces compartían bromas que solo ellos entendían. Pero, era claro que ese humor era terrible, que algunas veces se hubiese reído no decía nada.
Era bueno en lo que hacía. Si eso era ser un delincuente juvenil, era bueno. Que hubiera golpeado a un grupito de acosadores que se habían encaprichado con él, lo hacía bueno en su campo. Aunque se había enojado con el sujeto porque era obvio que él solo podía con sus acosadores no le privo de admitir que tenía buena técnica para las peleas. Y tampoco se sonrojó cuando el susodicho dijo que sabía que él solo podía con ellos, pero que quiso usar su poder para ayudarlo al menos una vez. Tampoco estuvo pensando en ello cada día de ese mes.
Que ese delincuente se hubiera ofrecido a enseñarle historia y nuevos movimientos para pelear no significaba nada. Tampoco que cada vez que pasaban alguna tarde juntos le regalara algo que le gustaba, desde comida hasta algo que había dicho por casualidad que quería, no significaba nada.
Tampoco le gustaba que ahora cada vez que iba a visitar a su mejor amigo el delincuente se quedaba en casa para hacerles de comer y platicar un poco hasta hacerlo sonreír. Eso no era una razón para quererlo ni siquiera era una razón para que le gustase un poco.
Pero era obvio que nunca tendría nada con ese ser arrogante y con un ego inmenso. Porque tenía un ego que no cabía en el mundo y cada vez que podía se lo hacía saber. Que le dijera una y mil veces que ante nadie se pondría de rodillas y que nadie le mandaba y que el último día de clases le dijera que a menos que él dijera que sí besaría sus pies. Claro que no fue por eso que fue a la graduación. Claro que nada iba a cambiar, mucho menos que el maldito sujeto fuera felicitado por sus profesores e invitado a dar un pequeño discurso por haber obtenido el puesto número uno en el examen de ingreso a la universidad más importante del país. Y menos iba a decir que sí cuando el imbécil dijo que logro pasar el examen para obtener lo único preciado en ese mundo, la admiración del único al que veía como su igual para después pronunciar su nombre.
Que ahora vivieran juntos tampoco significa nada. Solo era conveniente. Su compañero de cuarto pagaba todo y hacía de comer. Que le dijera que podía mudarse con todo y sus mascotas porque sus compañeros resultaron alérgicos a sus nuevos conejos tampoco fue algo que lo hiciera cambiar de opinión.
Que el delincuente ahora se dedicará a algo decente tampoco cambió su opinión. Que cada día él planchara sus camisas y le ayudara a ponerse la corbata era solo un intercambio justo. Que le gustaba verlo de cerca con un traje puesto, no era nada. Menos era algo que cada vez que terminará de poner la corbata pusiera la mano sobre el pecho del sujeto más arrogante del mundo que le sonreía y le daba un beso en la cabeza no era un asunto para que le gustara algo ese sujeto egoísta.
Que en el aniversario del día que empezaron a vivir juntos Sukuna se arrodillara frente a él y sacara una cajita con un anillo y le preguntara si se quería casar con él. Quizás ahí sí le llego a gustar un poquito, porque de otra forma no sabe cómo es que dijo que sí y lo abrazo.
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Razones De Megumi Para No Querer A Sukuna
FanfictionUn AU muy AU. Fluff muy fluffy. Pero a Megumi es obvio que no le gusta Sukuna. SukuFushi