Mientras estés a mi lado, todo me da igual.

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"El Rey Oscuro te trajo aquí- pensó Will, sintiendo que la idea permeaba en su interior- Te quería, y se aseguró de que te tendría. De que yo te tendría". La idea era sombría y peligrosa.

En esa habitación oscura, la única que podía iluminar, era la flama de aquella chimenea, siendo testigo de un amor oscuro y complejo.

James gemía en la cama por cada embestida que Will le proporcionaba.

-Will...espera...- se aferra a las sábanas.

El susodicho le toma la mano para darle confianza y seguridad. James está muy agradecido de que ese chico le diera la libertad que tanto deseó, y como pago, le entrega su cuerpo y alma a su salvador.

El lazo que los une, hizo que ambos mezclaran sus almas en un acto de deseo sexual. A pesar de que solo se conocieron en poco tiempo, no podían ignorar sus sentimientos hacia el otro.

Por otro lado, Will sabe que no le ha otorgado su libertad, no lo salvó del rey oscuro, sigue siendo un esclavo de su amor enfermizo. Sigue siendo su juguete.

-Will...eres muy amable- sus palabras fueron como un golpe en el corazón del chico. Quería decirle que no dijera eso, que es una mentira, pero sus labios se mantuvieron cerrados, y para sellarlos, en un beso profundo lleno de lujuria y pasión.

James se sorprendió cuando Will sabe en qué partes de su cuerpo son sensibles, dónde besar, dónde tocar.

-Dime, Will ¿Has tenido relaciones antes?- preguntó con tristeza.

-Eres el primero- respondió con simpleza y lo vuelve a besar.

Mentira. No es la primera vez que lo toca. En sus vidas pasadas ya tenía experiencia. Porque él fue una vez el rey oscuro. Él fue el que lo obligó a matar a sus compañeros. Lo convirtió en una marioneta sin vida.

No quiere pensar en el pasado, no quiere recordar cómo Elizabeth moría en sus brazos, sólo quiere pensar en el presente, en el James que tiene ahora, en sus ojos que tienen brillo.

Will le besa el cuello con hambre. Los gemidos de James son su respuesta, éste se aferra a su espalda para recibir el siguiente round.

-Will...- gimió- por favor, quiero ver tu rostro- suplicó. Cumple su capricho y se detiene para verlo mejor. Le toca el rostro, los ojos de Will son negros como la noche, como el cielo nocturno sin estrellas, profundos como la oscuridad.

Acaricia su cabello negro, hasta que por un segundo creyó haber visto al rey oscuro.

-¿James?- la voz de Will lo hizo volver a la realidad- ¿Pasa algo?

-No... sólo me sentí un poco abrumado.

-Lo siento ¿Te lastimé?

-No...estoy bien.

-¿No me estás mintiendo?- su voz sonó un poco intimidante.

-No- Will acaricia el rostro de James, sintiendo esa suave piel pálida y admirando sus ojos azules oscuros.

Lograron llegar al climax.

James duerme tranquilamente al lado de Will, ambos desnudos, están cubiertos por las sábanas de la cama. Will besa levemente el hombro del rubio.

Desearía poder decirle la verdad, pero teme que se aleje de él. Teme que lo vea como un monstruo y trate de huir.

Lo abraza uniendo su nariz en la cabellera dorada de James, disfrutando el dulce aroma que desprende.

Acaricia su cuello, el lugar donde alguna vez estaba el collar dorado que lo aprisionaba. En su mente aparece la idea de que si algún día, James descubra su verdadera identidad, le pondría el collar y lo convertiría en su marioneta.

Aunque James había jurado permanecer a su lado, no podía evitar pensar en esa posibilidad.

Besa el cuello delicadamente.

"Oh, James. Si supieras que no eres un hombre libre como tú pensabas- pensó Will con pesar- tu alma sigue siendo mía, a pesar del tiempo. Tú me perteneces- sus deseos se desbordan en su ser- ambos somos unos pecadores. Nuestras manos están manchadas de sangre, no podemos huir de ellos. Nuestras almas están condenadas a arder en el infierno".

Intenta dormir, con la esperanza de que Violet haya podido proteger a la hermana menor de Elizabeth. Por lo menos ella ha sobrevivido. Cumpliendo con la promesa que le hizo a la mujer que se hizo pasar por su madre.

No tiene a nadie, pero al menos, quiere que James esté con él, aún después de haber sido el ser que marcó su alma como pertenencia.

Pecado en el corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora