[I] Primer encuentro

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Esta historia está basada en hechos reales, con algunas exageraciones y alteraciones. Por favor se recomienda discreción. No se usarán nombres ni ubicaciones reales. Si sabes algún dato de los principales protagonistas, no des información innecesaria.

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Amy se encontraba dando saltos alrededor de su madre, estaba demasiado emocionada. Era la primera vez que iba a ver a la nueva mejor amiga de su madre y a sus hijas. Por lo que su madre le había contado, esas niñas tenían más o menos su edad. Ella seguía inmersa en sus pensamientos mientras daba vueltas alrededor de la fuente del parque. 

De repente sintió un tirón en el brazo derecho. Al darse la vuelta vio a su madre con cara de enfado mientras le gritaba por no dejar de moverse. Amy sintió deseos de llorar, pero no lo hizo. Sabía que si lo hacía se llevaría un buen castigo cuando llegase a casa. Ambas volvieron a sentarse en el banco donde un cuarto de hora antes estaban sentadas. A lo lejos, vieron a una mujer con dos niñas. Cuando estuvieron más cerca, la mujer se acercó a la madre de Amy y le abrazó. 

Mirándola más de cerca, Amy pudo ver que la mujer era de estatura baja, piel marrón caramelo, ojos marrón oscuro, pelo largo, rizado y marrón. Después, miró a las dos niñas directamente. Una de ellas le sacaba una media cabeza, la otra apenas le llegaba al hombro. La más alta tenía los ojos de un marrón que parecía un poco rojizo, el pelo largo, rizado y negro, y la piel de color como el café con leche. La menor era prácticamente igual, solo que tenía la piel y los ojos más claros y el pelo un poco más corto. Ella pensó que de no ser por la estatura, fácilmente las podría confundir. 

La cosa que más las diferenciaba era su modo de vestir. La mayor (de no más de siete años) llevaba unos vaqueros azules no muy apretados al cuerpo con una camiseta un talla je más grande que el que debería llevar. En cambio la menor llevaba unas orejas de gato con brillantina, una falda corta y una sudadera.

— Y ¿como se llama?— Preguntó la menor.

— ¿Cómo se llama quién, Valentina? — le respondió su madre. — ¿Te refieres a Amy? — Puntualizó señalando a la mencionada.

— Si, la hija de tu amiga — dijo la más alta. — ¿Se llama Amy? Me gusta mucho ese nombre....

— Hola, soy Amy, ¿y vosotras sois?

— Yo me llamo Luz y mi hermana se llama Valentina, como ya has oído. — soltó la que parecía ser la mayor de las dos.

— Bueno, ¿por qué no vamos a casa y hablamos más cómodamente? — Sugirió Stela, la madre de Amy.

Dicho esto, las cinco mujeres se encaminaron hacia la casa de nuestra protagonista. Mientras Amy veía como las dos mujeres iban caminando, charlando como si de viejas amigas se trataran, Valentina, la menor de las hermanas, se acercó a ella para iniciar una conversación.

— Oye, ¿sabes que mi hermana es muy mala? Es la hija de Satanás. — dijo alegremente la niña. — No te fíes de ella.

— No creo que sea algo agradable de decir sobre tu propia hermana, ¿no?

— ¡Pero es la verdad! ¡Ella me trata mal! Tú no la conoces. — Soltó la pelinegra menor.

— Supongo que no tanto como tú, por eso es que vais a ir a mi casa, para que os conozca a las dos. — resopló Amy.

La antes mencionada se giró al ver que su acompañante no le contestaba. Al ver detenidamente se dio cuenta de que Valentina ya no estaba junto a ella, sino que ahora era Luz la que se encontraba a su lado. Retrocedió, asustada por la repentina aparición de la mayor.

— Tranquila, yo no muerdo si es eso lo que te preocupa. No te haré nada, aunque mi hermana seguramente haya dicho lo contrario.

— Si apareces así de la nada es normal tener miedo. — le espetó la menor.

— Vale, vale, lo entiendo.

Se formó un incómodo silencio solo roto por la lejana charla de las madres de ambas, tras unos breves instantes los cuales se sintieron como horas, la mayor de las dos rompió a reír. Amy la miró extrañada, ya que, instantes antes, la estaba mirando con una mueca que la había dejado un poco incómoda.

El camino transcurrió tranquilo tras ese incidente. Ambas niñas se lanzaban miradas desafiantes de vez en cuando, con alguna sonrisa sutil. Mientras ellas seguían con su juego de miradas, llegaron a la casa de la menor de las dos.

Al llegar arriba, las tres mejores se fueron corriendo a la habitación de la protagonista. Las dos invitadas se pusieron a rebuscar por todas partes, a probarse ropa y a saltar en la cama. Tras varios minutos en los cuales Amy intentó poner orden, ambas invitadas se calmaron y tras unas breves disputas para elegir a que jugar y después de haber ordenado un poco la habitación, decidieron jugar a peleas. 

Llegada la hora de cenar, Luz se sentó al lado de Amy y, mientras bebía agua, chocó su codo con ella. Al darse la vuelta para ver a la menor, notó como los ojos de aquella parecían echar fuego. Se empezó a reír de tal manera que se atragantó con el agua, haciendo que la contraria empezase a carcajearse, dejando a las dos adultas perplejas por el comportamiento de las menores. 

Tras varias horas más peleas, charlas, juegos y algunos malentendidos, llegó la hora de que ambas menores se fuesen con su madre a su casa. Todas se despidieron en paz y armonía, salvo que, cuando ambas protagonistas se dieron un apretón de manos para despedirse, Luz puso demasiada fuerza, haciendo que Amy tuviese que forcejear con ella para lograr soltarse. Tras cerrar la puerta, su madre le comentó.

— Veo que te has llevado bien con Luz, ¿no?

— Si, me llevo muy bien con ella, excelente, diría yo. — dijo irónicamente. 

— Me alegra mucho oír eso, ya vendrán otro día, quedaremos muchas otras veces. — dijo con una gran sonrisa.

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Hasta aquí lo dejo por hoy. ¡Hasta luego!



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⏰ Última actualización: Jan 31 ⏰

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