Capítulo 1

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—¡LEVÁNTATE POR LA MIERDA! —le grito a Mady mientras la veo sangrar en el suelo del cuadrilátero. Dudo que me escuche debido al ruido atronador que hay en todo el recinto, pero me da igual, grito con toda la maldita fuerza de mis pulmones hasta que la idiota se digne a seguir peleando.

Estoy segura de que la fiesta de ayer le ha quitado fuerzas; la he regañado más veces que la mierda por su poco compromiso con el trabajo, pero Dios sabe que es más terca que una mula.

Se levanta a mas no poder y trata de enviar un gancho a su oponente, pero la tipa es más rápida y la evade. A este paso, perderá antes del quinto round.

La bocina suena y me encaramo en el cuadrilátero lo más rápido que puedo, procuro quitar su placa dental y arrojar agua fresca sobre su rostro ensangrentado. Su respiración es demasiado acelerada y su pecho sube y baja de manera poco constante. Me aterra pensar que le dará algo.

—¡Por la cresta, Mady! Vas a tener que dejar de fumar si no quieres que te de algo—le digo mientras aplico crema en sus pequeños cortes.

—Eso nunca te ha detenido—me responde con superioridad.

—Yo no soy la que debe ganar una pelea para llevar de comer a casa-reclamo mientras seco su sudado pecho sobre el sujetador deportivo con una toalla en miniatura color rosa chillón—. Con que pierdas esta, te corto las tetas ¿Escuchaste?

—¡Sí jefa! —dice antes de volver a la acción.

El griterío vuelve y puedo jurar que hay palabras lascivas de parte de algunos chicos pubertos en el público. Ruedo los ojos al bajar del ring y me concentro en sus movimientos. Su abdomen se tensa demasiado con cada golpe, dejando a la vista su trabajo de ejercicio diario y deformando los tatuajes de sus costillas. Lleva mi nombre escrito en mandarín a su lado izquierdo, precisamente su lado dominante. Mady suele decir que estoy de tal lado porque soy la única persona lo domina permanentemente, pero aquello no sería necesario si ella no fuera tan autodestructiva casi todo el tiempo.

Su piel es mucho más clara actualmente, probablemente debido a que ya no pasamos largas temporadas bajo el caliente sol de verano en América del Sur. Aunque eso nunca ha logrado que mi propia piel trigueña se aclare.

No puedo evitar sentir nostalgia ante el recuerdo de la pequeña fortachona que me cargaba cuando un perro ladraba tan fuerte que asustaba. La verdadera Madison Mendoza, quien se ha largado hace tiempo...

La batalla dura lo recurrente y, al menos, ha logrado recobrar fuerzas como para ganar a duras penas. Su cabello atado a una coleta está empapado en sudor, por lo que el flequillo le cae sobre los ojos cuando la declaran ganadora. Noto que los enormes músculos de sus brazos siguen tensos al bajar del ring.

Aliviada por nuestra victoria, la acompaño al camerino para regañarla hasta que quede sorda. Puedo ver que los asistentes miran mi trasero como si fuese de dominio público y me enojo de inmediato.

—¡¿Qué?! — pregunto con voz ronca a uno de los chicos mientras él se sonroja.

Mi crop corto negro y mi short de mezclilla oscura sobre las medias de malla no son un estilo que alguna chica debería usar durante el boxeo, mucho menos si saldré en las fotografías de casi todos los diarios nacionales e internacionales, pero me importa una mierda lo que opine el resto. Es mi cuerpo y lo visto como me da la mismísima gana.

—¿Te está molestando? —pregunta Mady enojada antes de abrir la puerta de su camerino.

—Tu cállate, sigo enojada.

—Te he dicho que esa ropa...

—Como que termines la oración, quedarás contando ovejas hasta la próxima semana en el hospital—cierro de portazo y me acerco para darle un fuerte golpe de palma en la mollera.

Knockdown Love (Lesbian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora