CAPITULO 2

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Alejandro, sumido en un sueño profundo, comenzó a moverse inquieto en la cama. El ardor proveniente de su pañal lo despertó de su sueño plácido. Se despertó molesto, sintiéndose incómodo y húmedo. "¡Gabriel!" llamó, esperando que su pareja acudiera a su llamado. Pero la habitación estaba vacía, Gabriel no estaba allí.

"¡Gabriel!" volvió a llamar, pero la única respuesta que obtuvo fue un eco de su propia voz. Entonces, desde el otro lado de la puerta, escuchó la voz de Gabriel. "No sé a quién estás llamando", dijo Gabriel, su voz sonaba distante y fría.

Alejandro, sabiendo lo que estaba haciendo Gabriel, se enojó. "¡Eres un idiota!" le gritó a la puerta cerrada. Gabriel, por su parte, le respondió con calma: "Cuida tu vocabulario, Alejandro, o estarás en serios problemas". Alejandro podía escuchar la sonrisa en su voz, sabía que Gabriel estaba detrás de la puerta, disfrutando de su frustración.

Finalmente, Alejandro cedió. "Papi, necesito un cambio", dijo, su voz apenas un susurro. Se sentía avergonzado, pero también aliviado. Gabriel entró en la habitación, una sonrisa triunfante en su rostro. "Así me gusta, bebé", dijo, acercándose a la cama.

Gabriel, con una sonrisa en su rostro, levantó a Alejandro en brazos y lo apoyó en el cambiador. Con cuidado, comenzó a desvestirlo, revelando el pañal abultado de Alejandro. Gabriel procedió a quitarle el pañal y lo tiró en el tacho de basura.

Luego, Gabriel tomó una toallita húmeda de bebé y comenzó a limpiar a Alejandro. Lo hizo con delicadeza, ya que la piel de Alejandro estaba rosada y sensible. Alejandro no pudo evitar soltar un "Auh" al sentir la toallita húmeda en su piel.

"Tranquilo, bebé", dijo Gabriel en un tono infantil y tierno, "Ya casi termino".

Gabriel levantó las piernas de Alejandro y le colocó un pañal nuevo. Luego, esparció talco de bebé en la piel de Alejandro antes de cerrar el pañal. Alejandro, aún incómodo con la situación, miró a Gabriel mientras este se dirigía al armario.

Gabriel sacó un body con detalles infantiles y se lo mostró a Alejandro. Alejandro, alterado, le dijo a Gabriel que no iba a usar eso. "Ya es suficiente con tener que usar el pañal, soy un adulto", dijo Alejandro con determinación.

Gabriel se quedó mirando a Alejandro por un segundo, luego levantó una ceja y le regaló una sonrisa juguetona. "Vas a ponerte este body, Alejandro", dijo Gabriel. "Y si yo fuera tú, no seguiría hablando".

Terminó de vestir a Alejandro con el body. Le dio unas palmaditas en el muslo y le dijo: "Ya está, bebé. Papi ya terminó de vestirte". Luego, levantó a Alejandro en brazos y lo llevó fuera de la habitación.

Alejandro, cansado de la situación, miró a Gabriel y le dijo: "Tengo hambre, Gabriel. Quiero ir a ver la televisión". Gabriel se quedó mirando a Alejandro con una expresión de desconcierto. "No conozco a ningún Gabriel", dijo, fingiendo confusión.

Alejandro frunció el ceño, mirando a Gabriel con frustración. Luego, con un suspiro de resignación, dijo: "Papi, ¿puedes llevarme a desayunar y ver la televisión?" Gabriel sonrió y le tocó la nariz a Alejandro. "Por supuesto, bebé", dijo, "Con mucho gusto".

Gabriel llevó a Alejandro a la Cocina, donde preparó un desayuno nutritivo para ambos. Mientras Alejandro disfrutaba de su desayuno en la sillita, Gabriel encendió la televisión y sintonizó el canal de Tom y Jerry. Alejandro miró la pantalla y luego a Gabriel. "No quiero ver caricaturas", protestó.

Gabriel sonrió y le respondió: "Solo los niños grandes pueden ver otro tipo de películas". Alejandro cruzó los brazos y frunció los labios en un puchero. Gabriel se acercó y le dio un beso en la frente. "Sigue desayunando, bebé. Ahora te traeré algo especial".

¡Aventuras pañaleras y lecciones saltarinas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora