La búsqueda de los materiales

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Rin se despertó al día siguiente con una sensación de nerviosismo y emoción. Hoy iba a intentar  invocar al Dios de los Límites, Pero para eso, necesitaba reunir los materiales que le había pedido el grimorio.

Rin se levantó de la cama y se vistió con ropa cómoda y práctica. Luego, agarro el grimorio y lo guardó en su mochila. Antes de salir de su habitación, echó un vistazo a la lista de materiales que se había escrito la noche anterior.

—Bien, entonces necesito; cinco escamas de dragón marino, tres raíces de árbol estelar, dos plumas de fuego, seis orbes de mana de alto rango, polvo lapislázuli y hierbas de la luna creciente —repasó Rin en voz baja.

Con excepción de los orbes y las plumas, los demás ingredientes se podían conseguir fácilmente en el mercado de la ciudad, ya que eran menos costosos y más comunes. Por otro lado, los orbes eran caros, y las plumas de fuego no se podían comprar, sino que había que obtenerlas de las aves de fuego, unas criaturas mágicas muy raras y peligrosas.

Rin sabía que necesitaba la ayuda de su madre para conseguir los orbes, ya que él no tenía suficiente dinero para comprarlos. Su madre era una famosa alquimista, que vendía pociones, elixires y otros productos mágicos a los clientes más ricos y poderosos del Reyno después de todo es una Mortum. Rin esperaba que ella estuviera de buen humor y que le prestara algunos orbes, o al menos que le diera una parte del dinero que necesitaba.

Rin salió de su habitación y bajó las escaleras hasta el primer piso de la casa, donde estaba el taller de su madre. Allí la encontró, trabajando en una mesa llena de frascos, tubos, morteros y otros instrumentos alquímicos. Su madre era una mujer de mediana edad, de cabello castaño y ojos verdes, que vestía una bata blanca y unas gafas protectoras. Al ver a Rin, le sonrió con cariño.

—Buenos días, hijo. ¿Qué tal has dormido? —le preguntó.

—Bien, mamá. Gracias —respondió Rin.

—¿Tienes hambre? Te he preparado el desayuno. Está en la cocina —le dijo su madre.

—Gracias, mamá. Pero antes de desayunar, quería pedirte un favor —dijo Rin con timidez.

—¿Un favor? ¿De qué se trata? —preguntó su madre con curiosidad.

—Verás, mamá... Yo... Quiero hacer un hechizo de mi grimorio —confesó Rin.

—¿Un hechizo? ¿qué necesitas , hijo? —preguntó su madre.

—Bueno, casi todo lo puedo conseguir en tiendas en la ciudad, pero necesito orbes de alto rango y plumas de fuego.

Su madre lo miró con comprensión y ternura. Ella sabía que Rin era un chico curioso e inteligente, que siempre buscaba aprender y mejorar. Ella también sabía que Rin se sentía solo y diferente, que no era de muchos amigos. Ella quería que Rin fuera feliz y que encontrara su lugar en el mundo.

—Te entiendo, hijo. Pero un hechizo que ocupe esos materiales no es algo fácil ni seguro. Puede ser muy peligrosos.No sabes qué puede pasar si lo haces, ni qué consecuencias puede tener. ¿Estás seguro de que quieres hacerlo? —preguntó su madre con seriedad.

—Sí, mamá. Estoy seguro. Sé que es arriesgado, tal vez pueda ayudarme a controlar mejor mi poder.

Su madre lo miró con orgullo y admiración. Ella sabía que Rin no solía ser asi , más bien lo ve como a un chico tímido que solo hace lo mínimo necesario. Ella también sabía que Rin tenía un gran potencial, y que podía lograr cosas increíbles con su poder. Ella quería que Rin fuera libre y que siguiera su corazón.

—Está bien, hijo. Te dejaré intentarlo. Pero solo si me prometes que serás cuidadoso y prudente. Que seguirás las instrucciones del grimorio al pie de la letra, y que no harás nada imprudente ni peligroso. Y que me contarás todo lo que pase después. ¿Me lo prometes? —preguntó su madre con firmeza.

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⏰ Última actualización: Mar 07 ⏰

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