DOS.

5 0 0
                                    


Andrea.

Mi departamento no era el mejor, ni el más grande, pero era cómodo y eso era lo más importante para mi. Vivía en un edificio donde la renta era fácil de pagar pues el propietario era flexible con nosotros. Las paredes parecían que iban a caer en cualquier momento y ni hablar de la higiene del lugar. Aunque los vecinos y yo intentábamos que funcionara todo con normalidad, lo cierto era que por fuera el edificio parecía un establecimiento apunto de caerse, pero era lo mejor que podía pagar en esos momentos.

-Buenos días linda Ángela.

-Buen día Sra Peppers. Y mi nombre es Andrea.

La sra Peppers era una anciana que vivía sola en el departamento del frente. A decir verdad, no me parecía justo que una señora de su edad viviera sola, mucho menos sabiendo la enfermedad que padecía. Vario de los que vivimos en el edificio hemos intentado contactar a alguno de sus parientes pero nadie parece interesarle el bienestar de aquella señora.

-Angela, Andrea. Es lo mismo ¿No lo crees?.- le dediqué una sonrisa a mi vecina, pues no tenía corazón para corregirla.

-Es parecido. Tengo que irme a clases Sra Peppers. Espero tenga un lindo día.

-Igualmente Angela.

Salí del edificio camino a la parada de autobús mientras repasaba las piezas que tenía que presentar hoy. Mis clases de hoy no eran tan largas como algunos dias, pero tenía que presentar un análisis de las piezas que he estado ensayando y reflejar en ellas el sentimiento deseado.

Un mensaje llegó a mi teléfono y seguido de eso una llamada. No tenía que ver el nombre de la llamada para saber de quien se trataba.

- Buenos días a mi crespa favorita.

-Buenos días. ¿No se supone que deberías estar trabajando?.

-Lo estoy, ya casi salgo de turno. Y quería preguntarte si deseabas ir a comer en ese lugar tan asqueroso que solo a ti te gusta comer.- No pude evitar sonreír ante el comentario de mi primo, pues los gustos de él eran un poco exigentes, a diferencia de mí que podía disfrutar todo tipo de comida sin ningún prejuicio.

-La comida es sabrosa, y si no te gusta ¿Por qué me invitas a comer allí?.- escuché la risa irónica de mi primo detrás de la línea.

-Bueno... Digamos que tengo un chisme que contarte, pero no es nada malo. Es algo con respecto a... Tu amigo el principito.

Tras escuchar aquello, mis ánimos cambiaron totalmente. De inmediato mis manos empezaron a sudar y sentí un nudo en mi garganta junto con una presión extraña en mi estómago.

-Claro... Aunque no creo que sea buena idea hablar de él. Intento olvidar todo lo sucedido entre nosotros y el que tú me quieras contar algo sobre él no ayuda mucho.- me removí algo incomoda en mi asiento mientras contaba las paradas que faltaban para llegar a mi destino.

-Lo sé, pero creo que esto te ayudará a olvidar todo. O al menos darte cuenta que no todo es lo que parece. Te busco después de tus clases.

Y sin más que decir, Christian me colgó sin darme tiempo de rechazar la invitación.

******

Mis clases transcurrieron de forma tranquila, haciendo anotaciones de lo que me corregía los profesores y reuniendome con mis compañeros para charlar un rato. Una vez que se terminó mi mañana, fui a la salida mientras revisaba mi teléfono. Tenia llamadas perdidas de alguno de mis familiares en el exterior y de mi jefe. No habían señales de mi primo, supongo que si salía antes de que llegara podría librarme de ese almuerzo.

Mundos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora