III

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Aguantando más de año y medio, Amelia finalmente se quebró y acabo aceptando el horrible error que habia cometido. El estado deteriorado de Jessica y su presencia corruptora eran más que evidentes, pero lo que finalmente la llevo a tomar la decisión de acabar con todo fue cuando se vio dejando ir a su amada a cazar a sus vecinos para alimentarse, pronto los cuerpos destrozados en la chimba comenzaron a hacerse más comunes; los vecinos de Amelia comenzaron a sospechar de ella y la presencia de carabineros en el área comenzó a aumentar, de la mano de investigadores privados contratados por Roberto.

Tal presión externa fue la que llevo a Amelia a encerrar a su novia en un ataúd en el que tallo un nuevo juego de runas, runas pensadas para mantener a Jessica inmóvil. Esperando a las vísperas de la fiesta de la ascensión de la virgen, sabiendo que sus vecinos de mayoría católica no estarían, Amelia salió de su hogar con aquel ataúd que contenía a su amada y lo coloco sobre un carruaje en el cual fue a las afueras de la ciudad de Santiago, lejos de la civilización. Llegando a una quebrada entre las comunas de puente alto y San José de Maipo. Amelia con mucho esfuerzo llevo el ataúd de Jessica desde donde la saco y amarro a un árbol... De repente, rompiendo el silencio de la noche, se escucharon pisadas y voces. Amelia, alerta, se ocultó entre las sombras de los árboles cercanos. La luz de las antorchas reveló a un grupo de hombres, liderados por Roberto Larraín, avanzando hacia ella. —¡Ahí está! —gritó uno de los hombres al divisar el carruaje. Roberto, con una mirada furiosa y arrogante se acercó a Amelia con paso firme. —¿Qué es esto, Amelia? —dijo, señalando el ataúd vacío. — ¿Qué estás escondiendo? —.

Amelia, acorralada y sin salida, intentó articular palabras, pero la mirada acusadora de Roberto la dejó sin aliento. — ¡Contesta bruja de mierda! Hemos estado siguiéndote desde hace tiempo, y ahora, por fin te tenemos —dijo Roberto, rodeando a Amelia con sus hombres y señalando al cuerpo de Jessica atado a aquel árbol. Sin previo aviso, uno de los hombres de Roberto lanzó un puñetazo directo al rostro de Amelia. La indignación de aquel grupo era palpable, para ellos Amelia era una loca peligrosa y depravada que habia profanado el cadáver de Jessica, además que ahora, Roberto estaba convencido de que ella era la responsable de la muerte de la madre de Jessica y de la gente de la chimba. —¡Confiesa de una vez puta del demonio! — Gritaba un Roberto cada vez mas furioso a una aturdida Amelia.

Mientras la noche avanzaba, el cuerpo de Jessica comenzaba a soltar extraños quejidos, estos atrajeron la atencion de los hombres de Roberto. Aprovechando esa distracción, Amelia tomo el hacha que habia traído y de un golpe certero en la cabeza acabo con el ser que antes fue su amada, para el horror de los hombres allí presentes... Hubo un crujido enfermizo, y luego todo quedó en silencio...

Amelia se quedó allí, cubierta de sangre y sudor, mirando lo que había hecho... Y luego, para su horror, vio como el cuerpo de su novia comenzaba a convulsionar.

Entre convulsiones se oía una risa escalofriante y Amelia se dio cuenta de la terrible verdad: Solo había reanimado el cuerpo físico de Jessica, pero, no había restituido lo que vendría a ser el alma, el espíritu y su consciencia. Este fallo habia resultado ser fatal, ya que, al ser prácticamente una carcasa vacía, otras entidades se habían apoderado del cuerpo de Jessica y habían estado rondando y depredando a Amelia. Estas entidades tambien eran las responsables de la muerte de la madre de Jessica y de los hechos paranormales que quedaron impresos en la antigua mansión.

Debido al golpe del hacha, las entidades que habitaron el cuerpo de Jessica saldrían como un fluido negro de todo el cuerpo, cuerpo que rápidamente se descomponía; fundiéndose en las sombras de los árboles las entidades ahora en el plano mortal, se levantarían e irían tras Amelia.

Amelia sin pensarlo corrió, su corazón latía con fuerza en su pecho. Podía escuchar el sonido de hojas susurrantes y ramitas que se rompían detrás de ella, mientras estos seres que parecían sombras sin forma la perseguían. Los gritos de los hombres y del propio Roberto inundaban el bosque, las sombras los habían atrapado y devorado suma facilidad, y ahora era el turno de ella; Amelia trató de recordar donde había dejado su carruaje, esperaba guiarse por el ruido de los caballos, pero, la oscuridad de la noche le dificultaba la vista y el silencio solo hacia que se desesperara más y más. Tropezando con una piedra, Amelia cayo con fuerza al suelo y mirando hacia atrás vio como una de estas entidades había tomado la forma de su amada Jessica, solo que era una corrupta versión de ella; con esta imagen fue que Amelia cerraría los ojos aceptando su amargo destino....

A partir de ese dia, aquel bosque ubicado en esa lejana quebrada fue evitado a toda costa, las sombras y los sonidos que se oían en la noche eran demasiado aterradores. En tanto la mansión en santiago nunca fue habitada, ahora abandonada y envuelta en un manto de desasosiego, esta quedo para guardar los secretos que Amelia había creado, secretos que creaban un pesado y negativo ambiente a su alrededor y se negaban a morir...

Lo que no puede morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora