Cuando las flores se marchitan en otoño y el frío se apodera del aire, la primera luna creciente ilumina el cielo nocturno y anuncia el inicio de la «Feria de Hollywins».
Una fiesta donde el placer y la pesadilla se mezclan en un torbellino de emociones.
Los disfraces y los vestidos adornan las calles de la antigua provincia de Edirne, la ciudad de los minaretes donde la diversión se desborda entre la gente que sale a celebrar.
Sus rostros se ocultan tras máscaras de colores vibrantes, algunas discretas y otras llamativas. Era tal como él recordaba:
Aquella festividad era un antro de vicios y horrores, los más espantosos que se habían visto en la tierra. Los participantes, ajenos a su verdadera identidad, se divertían en aquel lugar fétido, manchado de sangre y dolor.
La feria los envolvía en una euforia irrefrenable. Desde las alturas, se les veía como hormigas diminutas que danzaban en un torbellino de rojo.
No era una celebración cualquiera.
Era una competencia sangrienta que solo se celebra una vez al año. El objetivo era eliminar al mayor número de humanos posibles en el plazo de tres noches de luna llena.
Los participantes eran cazadores implacables que se movían entre las sombras, armados con cuchillos, pistolas y trampas. Los supervivientes eran escasos y afortunados. Quien lograra matar a más personas, recibiría un premio fabuloso:
Una fortuna en dinero y el reconocimiento de los organizadores.
Era un juego macabro, pero muchos estaban dispuestos a arriesgarlo todo por la gloria y la riqueza.
Nadie iba a frenar su ambición. Había crecido en un barrio marginal, rodeado de ignorantes, y se había abierto paso entre las ruinas. Tenía un objetivo claro era acumular las muertes suficientes para obtener el gran premio.
Pero antes, tenía que vengarse.
El vodka potente le quemaba la boca, acostumbrada a las bebidas más suaves, pero lo bebió igual, disfrutando del sabor intenso. En su mente, apareció el rostro dulce y joven de Noelia, una chica de veinticuatro años, muy seductora, que siempre vestía trajes ceñidos.
Con un golpe seco, estrelló el vaso contra la mesa y se puso de pie. Se abrió paso entre la multitud de invitados, que lo miraban con elegancia y burla, ocultando sus rostros tras máscaras blancas y vistiendo túnicas en aquel salón grotesco.
Los tambores y los metales resonaban en el ambiente, creando una melodía frenética, mientras las risas despiadadas ahogaban los alaridos y los gemidos de los que llamaban mercancía.
Era la «hora feliz». Así lo denominan ellos.
Lo que veía ante sus ojos no era más que un festín de cuervos.
El hombre levantó la mirada y se estremeció al ver la horrible escena que se desarrollaba ante él:
Un grupo de diez jóvenes, apenas vestidos, eran exhibidos como diversión para una multitud enardecida.
Apretó los párpados y el rostro de Noelia se le apareció en la memoria.
Ella era una chica tan inteligente y audaz, que siempre encontraba la solución a cualquier enigma además, tenía claro lo que quería y no se dejaba engañar por nadie, siempre pedía un precio justo por sus servicios.
Además de su gran talento y facilidad para usar armas y artefactos que arrebataba a los demás participantes, era conocida en los barrios bajos como Black lady, por su vestimenta distintiva. Poseía unas habilidades de camuflaje y ocultación tan perfectas que podía desvanecerse entre las sombras y la noche como si fuera humo.
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Colección de relatos
RandomEsta es una colección de varias mini historias creadas por mí. Incluye muchos géneros, desde fantasía hasta terror. Cada una de ellas tiene su propio universo y personajes.