Tu olor

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Natasha sentía su cuerpo arder, el fuego le recorría las   venas quemándola y haciéndola sudar,expulsando feromonas inconscientemente sin poder parar.

El aire era pesado y estaba completamente lleno de ellas, olían fuertemente a sándalo y té negro. El celo le hacía expulsarlas de forma inconsciente, como reclamo para las hembras, en especial para las omegas, y sobretodo para su destinada, si es que esta existía.

Natasha permanecía atada a la cama por seguridad, mientras el celo durara, ella que era una poderosa alfa sin emparejar era un riesgo para todas las omegas de la zona e incluso para otras hembras. Por eso siempre se ataba y permanecía bajo llave cuando entraba celo.

En la corte vampírica era muy normal acudir a las salas de placer durante los celos, para aliviarse, pero ella jamás se lo había planteado, y Alexei jamás se lo había permitido.

Gemía desesperada mientras su mano trataba de aliviar ese ardor que la consumía. Necesitaba aliviarse y sentir placer para que ese ardor desapareciera. Las gotas de sudor le caían por el cuerpo, acumulándose en el hueco de su cuello y su ombligo.

Movía su mano de arriba a abajo por la largada de su enorme pene, erecto de forma masiva por el celo, grueso y excitado, preparado para enterrarse en su hembra y anudar en ella.

Ese frote le proporcionaba placer pero no era suficiente.

Finalmente, como siempre, recayó en la misma imagen mental. Una mujer de largas piernas bronceadas, que las enroscaba a su alrededor, suaves y tersas. Su cabello castaño esparcido por las sábanas, gimiendo debajo de ella.
Su cara oculta entre las sombras mientras gemía de placer.

Esa imagen volvía a la mente de Natasha siempre, sin que ella pudiera evitarlo, una y otra vez durante el celo, de forma que imaginarla era la única forma de llegar al placer.

Gimió fuerte cuando el placer empezó a inundarle el cuerpo. Pensar en ella siempre la hacía llegar al orgasmo, era la única manera de acortar la agonía de no poder llegar a la liberación durante su celo. Los penes de los alfas estaban preparados para coitos muy largos y seguidos durante el celo, ardiendo de forma que solo su pareja podía calmarlos. Ella no tenía ninguna, así que esa mujer de su mente era lo único que le hacía llegar a la liberación.

Y ni siquiera sabía quien era. Pero su cerebro se empezinaba en mostrársela una y otra vez. A veces había llegado a pensar que se trataba de una mujer imaginaria que su mente había creado en sueños.
Movió su mano con más fuerza, el ardor en sus venas siendo sustituido por el placer. Las cuerdas que lo ataban tensándose sobre sus poderosos músculos cuando ella arqueó la espalda por el placer.
Notó como el nudo en la base de su pene empezaba a inflarse, grueso y enorme, prepárandose para su función fisiológica, que era anudar en su hembra.
Un signo claro de que estaba próximo al clímax.
La mujer de su mente gimió en su oreja:

- NAT... aaahhh...

Y eso la precipitó al orgasmo. El nudo se hinchó y ella cerró los ojos con fuerza, mientras su semen salía y manchaba las sábanas abundantemente.
Ella, al ser una alfa, siempre tenía unas eyaculaciones muy abundantes.

Esa mancha de semen se unió a las demás que ya había entre las sábanas. Llevaba dos días de celo y este aún no paraba.

El alfa en su interior gruñó, ese semen debía estar dentro de su hembra, no hechado a perder sobre las sábanas. Sus colmillos se afilaron.

Sintió la sed de sangre invadirla.

Los vampiros tenían la necesidad de morder a su pareja después o durante el acto sexual, y beber su sangre.

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⏰ Última actualización: Jan 23 ⏰

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