Se suponía que él era una de las mentes más brillantes del universo. Alguien que era respetado por todos, una mente alabada en el mundo en que cayera.
El único pupilo del maestro de la creación Azmuth, quien no solo era reconocido como el ser más inteligente, si no como uno de los más importantes del universo.
Era Albedo, alguien con un futuro no solo brillante, era quien podía llamarse el próximo genio del universo, entonces...
¿En qué momento todo comenzó a ir mal?
Albedo formuló esa pregunta en su cabeza en el instante en que se miró por primera vez en el espejo.
Había llegado a la tierra para completar su prototipo de la que consideró era la obra maestra de Azmuth.
Había estado mucho tiempo como su aprendiz, conocía casi todo acerca de las creaciones de su maestro. Más aquella última pieza no pudo ser descifrada por más que lo intentara.
Azmuth había puesto esmero considerable en la seguridad de todo lo relacionado a su mejor obra. Una que el propio Azmuth llamó incompleta.
Albedo cerró los ojos con los recuerdos inundando su memoria. Se miró y solo pudo suspirar ante el resultado que había obtenido.
Había deseado cambiar algunas cosas con respecto a la obra de Azmuth pero incluso cuando consiguió lo necesario para activarlo se encontró que no había forma de que este funcionara.
Ahí fue que comprendió que no podía haber más de un solo dueño incluso si había más de un dispositivo.
Investigó.
Investigó los antecedentes de todo aquel que había estado en contacto Azmuth y se encontró con un humano particular.
Max Tennyson.
Uno de los "plomeros" más fáciles de recordar, no habían sido pocas las hazañas del hombre. Albedo sabía que podría llenar más de un informe planetario solo con las acciones de Max Tennyson.
Una leyenda.
El pitido continuo que llegó de manera repentina hizo que Albedo dejara de estar en sus pensamientos y mirara su teléfono, un aparato tan primitivo en términos de tecnología pero no podía hacer nada más que rendirse y usarlo.
Suspiró hasta tomar la camisa negra que estaba colgada y colocársela.
No era su cuerpo el que estaba usando de todos modos para poder dar una respuesta verdadera o algo que quisiera. Su cuerpo se había "ajustado" para que sea el propio usuario actual de la creación de Azmuth.
Ben Tennyson.
Caminando hasta la puerta del apartamento que estaba rentando, Albedo se plantó frente a la puerta y la abrió sin más.
Su orden había llegado.
No le dijo mucho al repartidor más allá de darle una propina y pedirle que se fuera en silencio. No necesitaba algún ruido que hiciera que sus nervios se elevaran.
Tomó la bolsa de aquel pedido y la bajó sobre la mesa para sentarse frente a esta. No es que quisiera comer algo como eso, había analizado a profundidad todo lo que contenía tanto las papas fritas cubiertas al igual que los vasos con refrescos saborizados.
Hubiera vomitado con solo leer lo que había en la lista de ingredientes o en este caso, de componentes.
Se quedó quieto viendo en silencio las bolsas sin llegar a tocarlas por el repudio que sentía.
Se limitó a mirar el techo un par de segundos y cerrar los ojos una vez más. Quiso creer que seguía siendo él y no Ben Tennyson, pero ahora su ADN se había reescrito para poder tener acceso a su replica de la creación de Azmuth.
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Compatible
FanfictionLa negación de un deseo que estaba grabado de principio a fin dentro de alguien no es más que la espera para el punto de inflexión. Al quebrar la voluntad de luchar solo queda el deseo a tomar, y el amor a expresar. Ben x fem Albedo. (Pegó el Chaque...