Rhaenyra Targaryen observó con tristeza el cuerpo de su esposa Laena Velaryon, su último parto le había arrebatado la vida a su única omega, la cual amo más de lo que pensó.Con enojo y montón de emociones cayendo sobre ella como un balde de agua fría soltó un grito y golpeó la pared molesta, quizá todo esto era su culpa, quizá Laena estaría con ella si no hubiera quedado en cinta; quizá solo con tiempo todo se hubiese resuelto, quizá hubiese existido un final feliz en la familia.
Pero ahora, caía en la cuenta que se encontraba sola, ya no había quien la acompañara en las noches, la luna ya no brillaba, las frutas dejaron de ser sabrosas, el sol dejó de ser brillante y perfecto, a uno irritable y molesto.
— ¡Maldita sea!, ¡malditos maestres!- dijo en voz alta solo para ella, ya que, era la única que se encontraba en la grande y sola habitación poco iluminada.
Escuchó como tocaron la puerta, intento animarse para aclarar su voz y hablar con quien fuese que estuviese molestando en su momento de ira.
Sin embargo, nada salió de ella y se quedó quieta, sujetándose de la silla de madera, sus ojos violetas profundos transmitían esa emoción bien conocida de ella en sus peores momentos.
— Majestad - escuchó una voz tan dulce que alzó la mirada, una jovencita omega de cabellos ondulados, rojizos y ojos avellana la llamó, verdaderamente hermosa y esbelta, llamó su atención a solo saciar sus necesidades, pero no a su corazón herido.
— ¿Lady Alicent Hightower?- murmuró confundida, cambiando de posición sus manos hacia su espalda, silenciosamente camino solo unos centímetros y se detuvo.
La conocía, aquella jovencita había sido la que se presentó en la corte y acudió como ayudante de su padre, este la ofreció como copera y ella aceptó enseguida.
¿Qué carajos hace aquí una niña de catorce años en sus aposentos de noche, que intenciones tenía Otto?
— Su majestad, supongo que necesita compañía para este duro momento, he traído un libro. Es uno de mis favoritos, espero le complazca como a mi al terminar la lectura- intentó suavizar el ambiente, y lo logro.
Distrajo a Rhaenyra por horas, hizo que si hubo alguna atención a Laena y su muerte ahora cambiase a el libro y ella de forma repentina y extraña, arqueo una ceja con cada pregunta de la lady para saber si de verdad estaba prestando la debida atención hacia ella, y vaya que Rhaenyra las respondía.
— Cuando mi madre falleció - dijo y jugueteó con sus dedos, la de cabellos platinados y reina de los siete reinos fijo su mirada directa — Esperaba que alguien me consolara, pero solo me hablaban entre acertijos y palabras poco adecuadas, así que, yo quiero decírselo majestad, yo lamento todo lo que le sucedió a la reina Laena- hizo una pausa — Y todo lo que ha sucedido desde ese momento
— ¿A donde quieres llegar Hightower, como llegas a mis aposentos, lees para mi e intentas que olvide todo lo que ha pasado con tus preguntas?
Cabizbaja ante la pena, Alicent tartamudea nerviosa ante aquellas palabras. Sin esperar mucho relame sus labios y muerde su labio inferior buscando algo que no provoque su pérdida de lengua.
— Yo no deseaba incomodarla- se levantó de la silla, — Si usted no cree mi presencia necesaria e incesante entonces me retiraré y prometo no volver- indignada según su mente, se giró y preparo para salir de los aposentos.
— No dije que no deseara tu presencia señorita, espero verte mañana siendo mi copera favorita