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Hey, estás bien?

...

Este lado de la ciudad es tan peculiar.

Los espíritus aquí cantan y bailan sobre ellos, y no son repreendidos.

Pero aquel espíritu, era diferente. No sólo sentí su presencia, lo vi por mucho más tiempo y no se desvaneció, juro que estábamos a tan corta distancia. Su piel blanca ardía tan fuerte como fuego, sus cabellos largos llevaban todo nuestro alrededor consigo, no vi su rostro solo lo vi correr.

Le gente asustada me observaban llenos de desespero esquivando nos e empujando se uno a los otros. Me agobiaba sentir el peso de sus miradas, como si yo fuera el único que estaba corriendo.

No soy la anomalía, dejen de mirarme.

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Volteó y apesar de su cuerpo totalmente blanco su postura era de alguien asustado. Aumenté la velocidad, hasta que alguien se cruzó por mi camino y cayó sobre mi, y al perder la anomalía de mi vista vi un par de policiales e ambulâncias entre la gente, observándome en el suelo con el desconocido en mis piernas.

El alboroto comenzó cuando desde mi frente un calor comenzó a bajar hasta mi nariz, mi cuerpo cayó y escuché como la gente huía del local, mientras alguien me levantaba.


El peso en mis pestañas y mi espalda adolorida indicaban que me había quedado dormido. Las rosadas paredes rodeaban una mesa de lo que aparentaba ser un salón.

Todo parecía más intenso que lo anterior, lo que me hizo pensar en que lo pasado fue apenas de un sueño, como me suele pasar.

Me levanté con un poco de esfuerzo y desde mi derecha me dirigí al baño, instantáneamente me asomé al espejo la cual reflejaba miles de silhuetas translúcidas junto a mi. Escuché un fuerte ruido a lo lejos del cuarto, cuando salí a ver había un hombre sentado en la mesa de mármol, agitándose fuertemente e gritando al azar con su celular en mano. Al levantarse nos vimos, se notaba muy frustrado y su mirada estaba sellada en mi dirección.

Se acercó a mí, asustado, lo observé en silencio, y sorpresivamente se tiró hacia mi agarrándome desde los hombros. Susurrando me cosas entre dientes, inaudible.

- Señor aquí está su comida, por favor sueltelo! - Exclamó la sirvientas dejando un plato en la mesa, atrapando mi cuerpo cuando fue lanzado por el mismo hombre.

La mujer me dejó en la mesa y me trajo un frasco de pastillas.

Mi padre quien aún estaba raciocinando, seguía a la mujer con la mirada, insistentemente. Volteé hacia la joven, parecía quieta.

A mi derecha, una pesada respiración acarició mi cuello y antes de que pudiera verlo, mi padre tomó las pirulas y jaló mi nuca intentado hacerme tragarlas. Resistí a su fuerza pero no por mucho, su cuerpo dominaba una aura tan oscura que me asfixiaba, en sus ojos podían ver un espíritu que al percibirlo lo hacía enojar aún mas. Vocifero irritado y luego me soltó, aún enojado.

Mis ojos estaban húmedos y mis labios temblaban, una dificultad en respirar comenzó a esparcir por mi pecho. Noté que no había nadie más que yo en la sala, corrí hasta mi cuarto limpiando mi rostro, me senté en el costado y comencé a llorar en silencio.

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⏰ Última actualización: Aug 03 ⏰

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