Drunk walk home

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Angel se paseó por su habitación, acomodó sus medias de red violáceas y su brasier rosado, el cual ajustaba con fuerza sus esponjosos pechos y los hacía vistosos y palpables.

Colocó una cámara pequeña en una esquina del cuarto—. Te lo aseguro. Ganaremos una montaña de billetes por parte de los cerdos que comprarán esto.

Dictó el trato que había establecido con Husk. Parecía justo, una grabación amateur o, como le gustaba llamarlo, porno de la vieja escuela. Y todo dirigido por Angel, el cual era un experto en el tema. El acuerdo fue ese: ambos grabarían un encuentro sexual de pocos minutos y, a cambio, la araña le entregaría gran parte de las ganancias en ventas de esa cinta pornográfica. ¿Quién no querría ver a la estrella porno número uno del infierno acostándose con semejante felino, el cual había sido un codiciado overlord en el pasado? Sería un vídeo millonario sin lugar a dudas.

—Angel —pronunció Husk desde la esquina contraria de la habitación con un tic en el ojo y una sonrisa forzada, ya que jamás pensó que podría aceptar un trato así a cambio de, secretamente, querer tener a Angel solo para él—. Permitiré que seas un total impertinente, solo esta noche. Siéntete afortunado —se acercó a pasos lentos hacia él y colocó sus manos sobre sus hombros por detrás con una sonrisa más tranquila y extrañamente amable—. Después de todo... Es lo que quieres, ¿cierto?

Angel sintió que su pelaje se erizó en segundos al escuchar los susurros de Husk cerca de su nuca. Estaba semi desnudo, apenas con ropa interior y esas casi transparentes medias de red. Las manos calientes de Husker lo estremecieron sobre sus hombros. Sus labios temblaron, casi admitió la verdad del encuentro, pero debía mantener el orgullo en alto para no parecer un patético idiota enamorado ante él.

—Por supuesto, te lo estoy insinuando desde que llegaste al hotel —contestó fríamente al terminar de ajustar la cámara. Se giró hacia atrás y observó los ojos de Husk con determinación, sin volver a temblar.

—¿Me estás dando tu palabra? —volvió a jugar el contrario con una sonrisa traviesa, como si estuviera disfrutando de aquello.

—Claro que si —volvió a afirmar la araña, se cruzó de brazos y arqueó una ceja con una sonrisa altanera—. ¿Por qué tan curioso? No estarás enamorado de mi, ¿verdad, gatito? —dio la vuelta el panorama y estiró una mano hacia la cámara, encendiendo el mecanismo de grabación con el click de un botón—. No confundas las cosas, cielo. Todo esto es solo trabaj-

Husk no lo dejó terminar. Le sujetó la muñeca y lo llevó a la cama, lo volteó para colocarlo de espaldas y le alzó el trasero para desgarrar las medias que cubrían sus nalgas con las propias garras de sus manos. Angel abrió sus ojos en shock, se aferró a las sábanas con sus temblorosas manos y volteó su rostro anonadado hacia un Husk que nunca hubiera reconocido antes.

Sus movimientos fueron más gentiles después de eso. El felino tuvo la espalda desnuda de Angel por debajo de su cuerpo luego de arrancar su brasier también, el solo hecho de contemplar sus nalgas descubiertas y la belleza pulcra de sus muslos blanquecinos causaba que se le hiciera agua a la boca. Husk se quedó quieto admirando cada pequeña porción de piel, sus omóplatos y su pequeña cintura, frágil y quebradiza como la de una mujer.

Estaba siendo lento, quería disfrutar del tacto y de su aroma a dulce perfume. Las puntas de los dedos de Husk recorrieron el centro de la espalda de Angel, bajaron por su columna hasta llegar a sus nalgas, las cuales sujetó con ambas manos y masajeó con morbo y un poco de brusquedad. Fue más intrépido al escuchar la acelerada respiración de la araña, quién levantaba sus caderas y se abría de piernas cuando las manos del cantinero se filtraban por dentro de sus muslos internos y lo acariciaban en puntos demasiado sensibles.

Drunk walk home | HuskerDust Donde viven las historias. Descúbrelo ahora