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𝐁𝐀𝐂𝐇𝐈𝐑𝐀 𝐌𝐄𝐆𝐔𝐑𝐔
A él siempre le encantó comerte pretzel, consumirte hasta que no te quedara ni un gramo de energía para agarrarte de sus hombros. ni siquiera quería que fueras lo suficientemente coherente como para gritar su nombre; A Bachira le encantaba esa mirada vidriosa y lejana en tus ojos cuando te sacaba los pensamientos de la cabeza.
y ¿cómo hizo eso?
superando tus límites, por supuesto.
"¡Ba-chi-ra-!" Estabas jadeando, con los ojos en blanco detrás de los párpados. "¡Despacio! ¡Más despacio!" su ritmo era brutal; tan rápido que apenas podías seguir el sonido de su cuerpo chocando contra el tuyo. ¿Cuándo terminó una bofetada y empezó la siguiente? Ni siquiera podrías estar seguro. Tus entrañas se revolvían, las paredes revoloteaban espasmódicamente, tratando de agarrarlo, queriendo saborear la sensación de su profundidad, pero él no disminuía la velocidad. ni siquiera cuando suplicaste. ni siquiera por un momento.
"Ahora, ¿por qué haría eso?" -canturrea, presionándote contra la pared con más fuerza, como para recordarte quién estaba realmente a cargo aquí. Con tu pierna estirada entre tus cuerpos, tu tobillo sobre su hombro, era difícil mantener el equilibrio sobre un pie, con tu rodilla amenazando con doblarse por la pura fuerza del placer que él te infundía. Entonces, estabas agradecida de que te estuviera inmovilizando contra esa pared, incluso si su puño apretado que agarraba tu cabello en la raíz de tu coronilla te picaba, incluso si podía joderte estúpidamente desde esta posición, y no podías hacer nada para detenerlo. , al menos sabías que él no te dejaría caer. "¿Cuando me aprietas tan fuerte cuando te golpeo así?"
maúllas, impotente, cuando él agarra un puñado de tu pecho desnudo y lo aprieta, así que giras la cabeza sobre tus hombros y lo miras con ojos de cachorro, agarrando su muñeca. intentaste ponerte de puntillas para aliviar los golpes, "No puedo soportarlo", pero Bachira estaba sonriendo de oreja a oreja, el sudor goteaba en brillantes chorros contra su rostro. "¡Es demasiado!"
"Siempre eres tan quejosa, y cada vez que hago que este lindo coño lo tome. ¿Alguna vez aprendes, cariño, o simplemente te gusta rogarme patéticamente y ver cómo te rompo, de todos modos?" su respiración es irregular, golpea tus pechos para verlos rebotar, y guía tu cabeza hacia atrás, más cerca de la suya, por el tornillo de banco en tu cuero cabelludo, como las riendas de un animal, y te sometes con un gemido innegablemente feliz, presionando la parte posterior de tu cabeza contra su clavícula.
"Te gusta cuando soy demasiado malo contigo, ¿no? ¿Te mojas cuando te digo que no?" Mirándolo fijamente, sacudes la cabeza, pero intentas no sonreír, sin aliento, débil e insegura de si realmente podrías aguantar esta vez, pero tu sexo se tensa a su alrededor y él tiene su respuesta. "No quieres que pare", exhala, cayendo contra ti y mordisqueándote la mejilla y la mandíbula, dejando un rastro de felices mordiscos y su saliva en tu piel, sus caderas golpeando las tuyas a tal velocidad que te acercas y tratas de agarrarte a la pared, chillando con sórdido deleite y asombro, "preferirías que te lo folle como si lo hubiera robado, y eres una puta muy afortunada porque esa es mi forma favorita".
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