-Venga cariño, levanta- esa voz dulce que me despertaba cada mañana, volvía, una mañana más, a despertarme de la misma forma. Ya la echaba de menos, después de todo un verano, sin que me hubiera despertado.-Vale mama ya voy no seas pesada- respondí con la voz aun medio dormida
-Hija, ya sé que después de las vacaciones de verano cuesta levantarse tan prono, pero venga.-
Me levanté medio tambaleándome y con los ojos aún cerrados. No sabía ni qué hora era, ni que día ni nada. No tenía ganas de volver a comenzar las clases. Después de este verano todo ha cambiado, y en cierto modo, para peor.
-Mama, ¿Qué hay de desayuno?- pregunté
-Tortitas con chocolate, lo mejor para darte la energía suficiente para aguantar todo el día unas clases maravillosas.- respondió ella con su sonrisa de la mejor madre del mundo.
-Mama, ya sabes que por más chocolate y sonrisitas que me pongas, voy a seguir sin tener ganas de ir al instituto.- dije yo poniendo cara larga. Tras ello me lave la cara y me fui a vestir.
-Hija, venga, rápido que no tienes tiempo.-
-¡Que sí mama, que ya voy, no seas pesada!-
Salí de mi cuarto medio aturdida. No me podía creer aquel mensaje. Después de todo lo que había sucedido, no puede ser. Aún estaba sin creérmelo. ¡No, por favor!
-¡¿Hija, que te pasa?!- pregunto mi madre preocupada, tras verme así.
-Mama, es Dani. ¡Mamá, ha muerto!- Tras decir aquellas palabras que dolían tanto, me desmaye.