Capítulo 1

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La fría ventisca de la mañana nublada se coló en la habitación de la mujer. Debido a la lluvia de ayer las nubes grises, aún cargadas de agua estaban merodeando por el cielo tan temprano.

Su ventana estaba abierta, las cortinas se mecieron con fuerza, causando un sonido grave no muy agradable para los oídos. La rubia removió su cabeza incómoda y abrió sus ojos con cansancio.

Su nariz estaba tapada por haberse mojado ayer, su cabello aún algo húmedo por el baño que se dió ayer no ayudaba tampoco, estiró sus brazos para después sentarse y notar que el minino no estaba.

Al ver la ventanilla abierta pensó que el felino se había escapado, por lo tanto su ánimo decayó un poco, ansiaba adoptar al pequeño. Revisó la hora y aún eran las ocho de la mañana. Se levantó para acomodar su cama y dirigirse a la cocina, al bajar los escalones un olor delicioso a comida llegó a sus fosas nasales.

Su estómago rugió con tan solo el rico aroma, al llegar al último escalón se intensificó. Su nariz se contrajo un poco y se le hizo agua en la boca, pero estamos emitiendo un pequeño detalle.

- Espera... ¡YO VIVO SOLA! - Gritó para sí misma y se dirigió corriendo a la cocina encontrando a un muchacho más alto que ella pelinegro con rulos rebeldes, piel algo bronceada, lo más peculiar era que solo cargaba un suéter debajo de este una oscura cola estaba enrollada en su fémur, con unas vendas en su tibia manchadas de sangre y tenía unas orejas puntiagudas parecidas a las del gatito que encontró.

Las orejas del desconocido se removieron, volteó a verla, la chica pudo ver aquellos magníficos orbes azules como el agua cristalina del río más hermoso, los reconoció, eran los del gato que acogió.

El chico meseó su larga cola esponjosa, con el sartén en mano y una cuchara grande de madera saludó a la chica. - ¡Hola, humana! - Sonrió energético, la mencionada se sobresaltó. - Sé que te estas preguntando quién soy, ¿Recuerdas el gato que trajiste? ¡Soy él! O como me nombraste, Michi. - Siguió cocinando el Omelette mientras hablaba.

- ¡¿Qué!? P-P-Pero, ¡Es imposible! ¿Cómo tú...? Olvídalo. Te pareces demasiado al gato, tienes razón. - Suspira, de seguro es un mal sueño que esta teniendo, se peñizca el antebrazo y se rectracta por que le dolió demasiado, sin duda no es un sueño.

- Respondiendo a tu pregunta, - Apagó el horno y dejó los utensilios puestos ahí - Soy un híbrido. Puedo transformarme en un gato y en humano, pero mi principal cuerpo es el gato. - Se señala a sí mismo con entusiasmo. - Si no me crees, puedo simplemente transforma.. Miau - No terminó de hablar ya que volvió a su forma de felino.

El pequeño iba a maullar hasta que su pelaje se erizó por el golpe en seco de la más alta cayendo al suelo, volviendo a transformarse a su forma humana para poder socorrer a su dueña.

Después de unos segundos Emma recobró la consciencia, sus ojos dorados temblando debido al reciente desmayo, se levantó viendo a su costado derecho y al izquierdo, encontrándose con Michi meciendo su colita y sus orejas gachas.

La mujer saltó por el susto. Pero recordó a aquel intruso, calmó su pobre corazón que estaba latiendo rápidamente, fue al sofá a sentarse para interrogar a aquel híbrido.

- Muy bien, ¿Cuál es tu nombre? - Preguntó jugando con sus mechones rubios nerviosa.

- Takemichi Hanagaki ¿Y el de usted?

- Emma Sano, ¿Dijiste que eras un híbrido no? - El mayor asiente. - ¿De donde vienes? -

- Nosotros teníamos un refugio en Yokohama, sin embargo fuimos atacados por humanos que creían en Dios, según ellos éramos de Satanás, quisieron vender a los cachorros como esclavos y a los adultos matarlos, logré escapar pero me hicieron una herida, la cual me vendaste, tenía más amigos y compañeros pero no sé si hayan logrado escapar. - Su cola cae al piso, sus orejas estaban caídas signo de que estaba triste.

La Sano no supo que responder, aquella historia sonaba irreal, pero a la vez demasiado melancólico. Se notaba lo entristecido que estaba el azabache por su pérdida.

- ¿Corriste desde Yokohama hasta acá? - Exclamó sorprendida, es una jornada bastante larga, conoce que los gatos son ágiles. Pero la caminata junto con el clima lluvioso no era lo más recomendable.

- Un poco, me estaban persiguiendo, pero después de quince minutos de correr se cansaron y logré subirme a un carro que se dirigía a Tokyo. Así que no caminé tanto, tuve tiempo para descansar, al llegar me escondí en el callejón que fue donde te conocí. - A lo último, sonríe la muchacha lo había tratado con cuidado y amor, se sintió protegido después de tanto tiempo.

La chica se revolvió su cabello algo nerviosa, ¿Qué haría con él? Era buen chico, pero no sabe que pasaría si los descubren.

- Como agradecimiento por cuidarme. - Interrumpió sus pensamientos - Hice el desayuno y limpié tu casa, no importa si no me dejas quedarme, con tan solo un día aquí fue suficiente para mí; lamento las molestias que causé. - Inclina su cabeza en forma de respeto, pero la contraria niega.

- No te preocupes por eso, agradezco que hayas hecho eso. Me gustaría que te quedaras, eres alguien comprensivo y cómodo para estar, Takemichi. - La chica le dedica una sonrisa, y las lágrimas se acumulan en la mirada azulina.

El híbrido comienza a sollozar mientras agradece por dejarle quedarse, Emma trata lo mejor para consolarlo con abrazos y frotando entre sus orejas para calmarle. Ambos estaban seguros con la presencia del otro.

- De verdad te lo agradezco, Emma-chan. No sabes cuanto significa esto para mi - Takemichi se limpia el rostro con su suéter. Regresándole el abrazo a la menor.

- No es nada. Vamos a comer ¿Si? Quiero conocerte más y charlar. - Exclama con una expresión feliz y Hanagaki asiente.

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⏰ Última actualización: Jan 23 ⏰

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𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐠𝐚𝐭𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora